Sentí miedo, no respondía tu pregunta.
¿Qué me molestaba?
No encontraba una respuesta real. Tú decías que yo quería que fuéramos siameses.
No era eso.
Yo quería sentirme en dominio. Quería sentir aprecio. Ser pues un número 1.
En el fondo lo que me molestaba era confiar en ti, quererte, sentir la viva ilusión que por años dejé como sueños enterrados. No quería volver a ser debajo de ti. Saberme menos, porque no digo las palabras que puedan llegar a tu empatía. O mejor dicho a tu simpatía y que puedas comprenderme.
Y hoy, esta noche veía tu forma de ser, tan tuya, tan habitual, y que hoy aprendo que no debía juzgar, pero qué sentía propia de todas los inviernos que conocemos.Y me cansaba.
Bajo esa luz, solo puedo conceder que me toma tiempo entenderme. Saber qué me molesta y qué me da miedo.
Debo amar la forma como yo soy, debo dejar de apostar que hay algo exterior en los títulos que puedo creer y crear. Debo dejar de existir en el exterior y en tu opinión.
Porque en el fondo, busco ser mejor en yo mismo. Eso me da paz.
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