Una de las cosas más graves que nos han inoculado es el "no querer defenderse" porque hay que aceptar los hechos consumados.
Ante la injusticia y el abuso, muchos discursos que proponen "la calma" parecen que pidieran dejarnos agredir y abusar hasta el infinito; sin oponer la mínima resistencia e incluso suplicando más autoritarismo. La historia enseña que siempre se puede hacer algo para defenderse ante la injusticia. Siempre.
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