Leuel es un nombre. De un hombre, que antes fue niño.
Viaja en el bus, primero fue cobrador y luego quiso navegar. Navegador, cómo el que recorre la world wide web.
Ancha Araña Mundial. A la tela que resiste un elefante balanceándose y luego dos y luego tres y luego más, más sumados. Fuerte telita de araña antes de que todos salten a una hamaca anaranjada invisible también a los ojos.
Leuel mira fascinado las gotas de sudor en los gimnasios. Deja de recoger esas gotas Leuel, y olvida que el esfuerzo se contiene en el agua que cae por la piel.
Ahora Leuel pinta unas hojas con plumones para hacer un pez perdedor, aquel queda atrás de todo el cardumen y ve al rato una aterradora red que coge a todos, hacia un barco pesquero,
que llevará pescado fresco para los restaurantes, corvina a lo macho. sudado. cebiche. tiradito. jalea. etc.
Manjar marino que el pez perdedor nunca fue invitado a ser.
¡Perdedor!
Todos lo dicen fuerte antes de morir.
Para acabar su mañana, Leuel pisa unos patines rumbo al centro, para subir todo en su camino, con lentes y pantalones. Es un día que se va en el tiempo, donde nadie.
Y en el peaje.
Cajas registradoras suenan. Se abren los billetes con héroes de peruanidad, y claro la gran santa que por algo la mujer vale más que un hombre: Dos cientos.
No vuelvas por atrás al despertar, porque una vez que llegas estás en "no sé".
Un lugar que llamas. ¿A cuál? Demonias de vestidos púrpuras para él, para ti. para mí.
Leuel no te caigas en ningún bache y cuida tu derecha. Se detiene en un convento, hay retiro dentro, cantos hacia Dios y luego persignarse. Tres momentos, tres seres, trinidad. El tres será por el eterno, número mágico.
Llegó la hora del almuerzo, nos vemos después. Pisa los patines y disfruta el viento en vi to.
Viaja en el bus, primero fue cobrador y luego quiso navegar. Navegador, cómo el que recorre la world wide web.
Ancha Araña Mundial. A la tela que resiste un elefante balanceándose y luego dos y luego tres y luego más, más sumados. Fuerte telita de araña antes de que todos salten a una hamaca anaranjada invisible también a los ojos.
Leuel mira fascinado las gotas de sudor en los gimnasios. Deja de recoger esas gotas Leuel, y olvida que el esfuerzo se contiene en el agua que cae por la piel.
Ahora Leuel pinta unas hojas con plumones para hacer un pez perdedor, aquel queda atrás de todo el cardumen y ve al rato una aterradora red que coge a todos, hacia un barco pesquero,
que llevará pescado fresco para los restaurantes, corvina a lo macho. sudado. cebiche. tiradito. jalea. etc.
Manjar marino que el pez perdedor nunca fue invitado a ser.
¡Perdedor!
Todos lo dicen fuerte antes de morir.
Para acabar su mañana, Leuel pisa unos patines rumbo al centro, para subir todo en su camino, con lentes y pantalones. Es un día que se va en el tiempo, donde nadie.
Y en el peaje.
Cajas registradoras suenan. Se abren los billetes con héroes de peruanidad, y claro la gran santa que por algo la mujer vale más que un hombre: Dos cientos.
No vuelvas por atrás al despertar, porque una vez que llegas estás en "no sé".
Un lugar que llamas. ¿A cuál? Demonias de vestidos púrpuras para él, para ti. para mí.
Leuel no te caigas en ningún bache y cuida tu derecha. Se detiene en un convento, hay retiro dentro, cantos hacia Dios y luego persignarse. Tres momentos, tres seres, trinidad. El tres será por el eterno, número mágico.
Llegó la hora del almuerzo, nos vemos después. Pisa los patines y disfruta el viento en vi to.
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