24/6/10
el sastre del amor
El remendón comenzó cuando aquellas palabras que nunca se atrevió mandar se perdieron en una vorágine. Aquel día dejo de pertenecer a nadie, perdió el nombre, los secretos y la tristeza. Así, rebobinó su historia dentro de la aguja sujeta al hilo, para dibujar con pespuntes, hilvanes y bastillas su nuevo tesoro, un corazón en diagonal.
El corazón debía destacarse así estuviera bajo camisas o polos. Blusas o sin sostén. Tanto en ropa de invierno como en la de verano. La razón de tantas demandas, era simple para el sastre, quería que el corazón en diagonal pudiera prescindir de las modas o el cubrimiento. Pues ante el primer intento de ocultarlo y llevarlo como se lleva cualquier emoción bajo la piel, este rezongara y bramara al viento o el mar. Marcando en sus pálpitos que estaba ahí con su dueño o dueña: para latir ante quien quisiera y no sería nunca una línea cruzada sobre las costillas.
Y esto acabaría en adelante con las mentiras.
Con los boletos de avión no tomados,
las esperas en los cafés, y los "lo siento"
las llamadas por ser marcadas,
la angustia de una fiesta a la que nunca debiste ir,
los malos hábitos y las vergüenzas desubicadas,
la esperanza de un cambio,
las heridas que duelen descubrir,
y las sonrisas de los amigos.
Trabajó.... bastante, con mucho ahínco y arte. Tenía una misión entonces, quería conseguir más de lo que era, luchar contra ser triste allá afuera, atacar las canciones y los libros aburridos en su vida, y finalmente usar cada cicatriz de su cuerpo, como los hilos que acompañan al corazón en diagonal, porque a fin de cuentas son los recuerdos que perderá para coser las estrellas.
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