La mujer de la luna
era el cambio que debía tener el mundo
la segunda oportunidad que daba el amanecer
la razón detrás del elegido
los hábitos y los rezos de todas las monjas de clausura
el rito del fuego que debió hacerse universal y confortable;
pero en cambio
fue marea que subió
fue arena en un día de sol
fue pedacitos de conchas marinas triturados hacía siglos
y pecaditos de amor sin culpa hechos al aire libre la noche anterior.
La mujer de la luna era alba y redonda,
y llevaba la luz de las estrellas donde había oscuridad,
esa era su única razón.
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