25/7/13
La esquina donde hubo porno
Quilca es un jirón inmenso donde puedes girar y gritar.
porque la verdad,
Kuando konocemos komo keremos, kada korazón keda kallado
i cada movimiento para la letra i y la letra k
es tan devoto como una tarde embriagante de a sol,
coloreada en esténcil sobre las paredes.
No te equivocarás si crees que hay márgenes para la sabiduría
en una cuadra hay dos panaderías, cuatro bares,
tres quintas, un Averno, y mucha, mucha alma perdida.
Buscando en la lectura, en el amor rebelde, en la patada de un metalero,
en el esputo al piso, en la caricatura de Sartre,
y los dvdes de historia, matemáticas y filosofía.
Aquí en la noche las polillas dejaron el vuelo sobre los estantes,
siguiendo una mente revolucionaria,
en ese segundo copiado que siempre muere y nace,
donde bailas por el cambio del cosmos polvoriento,
y un libro destinado para besarte en minifalda
te susurre versos para robar.
Ladrón oportuno de una vida marginal.
Vuela una pelota como ángel de la pichanga de asfalto
sobre balcones marrones y fantasmas sudados,
con la melancolía de un mundo posible en la música, los libros y el alcohol;
cuando explota el ruido aclamado: muchas cajas de cerveza estallando
por un confiado repartidor que ha tropezado.
La tarde en la pista de Quilca tiene aplausos con espuma.
No importa que él esté abochornado maldiciendo lo que tendrá que pagar,
para el resto de testigos el olor embriaga con justicia
el primer lugar que araña la ciudad
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