en un cuadro de la escuela cuzqueña, un arcángel nos mira impávido. como si él hubiera sido quien abrió la puerta del paraíso para botarnos. debería tener una vela en las manos y no esa espada, creo. pero sigue mirando a los castigados con los fríos pigmentos oscuros que en siglos no han perdido su severidad.
somos caídos y expulsados. de ahí las infinitas vueltas de un universo que se expande hasta que se contraiga, y de nuevo se expanda y otra vez se contraiga, así por siempre; y temo que nosotros estaremos igualitos en todos esos vaivenes, revisando y reviviendo nuestras vidas idénticas y nuestros errores, siempre creyendo que es la primera vez. no te engañes, HOY ya ha pasado y volverá a pasar
a quién espera esa mirada.
a quién le puede importar,
al amor que nos ama
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