una enfermedad es misteriosa... presenta dentro en ti muchas preguntas sobre su origen o sus consecuencias; y extrañamente te seduce en una conversación con la infame mortalidad. No sabes si tienes el derecho a seguir siendo algo como tú tras morir, o serás transformado en una figura fragmentada dentro del recuerdo de todos lo que te piensen.
siquiera sabes si tendrá tan serias repercusiones o solo será una mota de polvo más.
pero que no quepa duda, que nadie entiende el camino del enfermo, porque estarlo significa estar solo y aislado del ritmo precipitado de los días urbanos, de los planes regulares, del estres natural; aún así te amen, no pueden sentir ese pulso débil que caza tu mente: estoy enfermo...
y sin esperarlo eres lanzado a una cima de perspectiva donde puedes ver, como un dios a una hormiga, que todo aquello tan importante se desdibuja con el descubrimiento excitante de una fuerza indeseable en tu interior, y no sabes qué cadenas guiarán tu viaje a recobrar la salud.
hay muchos prejuicios sobre las enfermedades, porque producen mucho miedo en realidad, y nadie las quiere cerca. Incluso, hay un temor insano en la presencia del enfermo; pues se cree que puede contagiar o incluso empeorar si no lo tratas como su estado amerita: un ser disminuído porque tiene algo. Como sea, a cada paso, o apoyo de los que te quieren, lo que se te propone liderar es un llamado: renacer o perecer.
Finalmente tu ser es la meta.
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