12/5/21

Continúa bañándote

La frialdad del agua entibiada sobre tu espalda es la sincera metáfora de que aunque sea duro, sabes que es lo quieres.
Gotas en miríada empujadas por la gravedad del sol, imaginado y enclaustrado en las esquinas de tus ojos, la línea perfilada de tus cejas.
Esto, la rutina de la que todos quieren escapar, porque esclaviza tu cabeza, cogotea la voluntad, estruja tu verdad y te mata el amor. Rutina aciaga y que nadie quiere.
Pero.
Sí, pero.
También es una balanza para entrenar tu perfección. Recurrir, repetir, rehacer son los verbos que nunca te enseñaron a conjugar con la vida luego de las aulas. Y en esta competencia contigo misma y las metas que has logrado, siempre el resultado puede descorazonar. 
Lo ves claro en este baño, donde no solo estas desnuda al contacto del agua limpiadora, tras tu dermis y el pulso de tu historia, también puedes decirte en baja voz qué sueñas y con quién. Tus impermeables anhelos, de los cuales nadie sabe, también están a punto de desnudarse.
¿Dónde quedó la creatividad?
¿Para dónde se fue ese cariño que le prodigabas a tu familia íntima?
¿Cuál es el peso de lo que conquistas?
La rutina de hallarte haciendo lo mismo, con los mismos, te sumerge en busca de alcanzar la fuerza de un salto elástico para tus experiencias. Un tributo para tu adultez con heridas y aciertos.
Que no tiene otra dirección que caer y avanzar.
La rutina no es el enemigo, el agua tampoco, y sin embargo, así como en esta ducha la presión es adecuada, igual con lo otro. Que no caiga tanto que inunde tu baño, que no rutines tanto que no haya espacio para secarte, tocar tu piel fresca y salir vestida al mundo.
Ligada a tus vuelos

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