1/4/21

Camarada de miel y mercurio

Gitana, con disciplina y eficiencia eres una imagen mistificada, que como digital reluces inmortal en ti misma. No me dejas soltarte, no quiero tampoco. Porque con fuerza digo que llevas las vendas para mis heridas con ira y ego insuflado. Te doy poder con mi pensar, con mis sueños esporádicos donde nos vemos jóvenes cerca a los árboles de tu casa, y me dices hola sonriendo y yo con esta timidez te respondo igual, queriendo significarte tanto más que el amor explosivo de profunda pasión.

Quizá lo hice. 
Probablemente, nunca .

Reluciente estamos al día que abre puerta de la espuma donde nace Venus, copia calcada de tu piel con pecas solares; huellas de esas fallas apropiadas. Sonido más imagen material de pertenencia a las fuerzas de los surrealistas, que liberaron el nido de todas las cosas que nacen de tus hebras intersecando con mis líneas de deseos y afectos.

Todos mis recuerdos empujados, cerrando los ojos para movilizar un fetiche con el fin de despertar ante lo que está marchitando. Primitivas son mis esperanzas, pero subversiva es mi fe, que buscan tu participación bajo soñados prismas de jeroglíficos, lunas doradas, soles de plata y años de solo junios.

Quizá lo hice. 
Probablemente, nunca .

Entiendo que vivimos en un nodo que llevó al pase de dos siglos, como una constelación de entendimientos petrificados entre el lazo imaginado de nuestras manos. Donde soy tu hombre y los fragmentos de nuestras relaciones sociales, llegan como conciencia en relámpagos, animados de significantes poderes ocultos. Aunque te parezca una opinión, éramos inentendibles seres del universo, casi pilotos de UFOs del pensamiento mágico, y de tan sobrenaturales hacíamos sinfonías de la materia, afirmando que rejuvenecíamos, activos en vanguardia de gases nobles y metales pesados.

Cómo sería participar activamente en la transformación de nuestros cuerpos, totalmente llenos de creatividad, y muertos de agonía liberada en la tierra, cooperando como fuerzas amigas del aire y luego amantes en el agua. Obligados a beneficiarnos del fuego, para las finalidades más imaginables, vigorosas y virales de la creación de Dios. Acaso esa completa gloria de éter, no heriría el mismo orden de la historia, y volvería a ruinas las ciudades tecnificadas llenas de seres no creyentes en la magia. Juntos, éramos el ángel, la montaña de esplendores, una revolución inesperada que recrea y cocrea, la dulce asunción de dos imperfectos camaradas con nombres que riman.

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