Hoy, ante el innegable resultado; pues no se trata de que Lima no es Perú, o el Perú profundo da una lección. Esas narrativas pienso que son fábulas. Existen muchos Lima y muchos Provincia. Ese discurso pone la responsabilidad en separaciones dualistas. Cuando lo que corre en todos nosotros es una desconfianza grande, individualismo y valores distorsionados. Que han creado decenas de minorías que buscan su propio bien.
Los resultados de este domingo son el ascenso de los perdedores, minorías desconectadas de un proyecto de mayorías, porque en cada minoría se ve al otro con resentimiento, miedo y venganza. Estamos fragmentados: radicales de derecha e izquierda, fujimoristas, lampistas, empresarios, empleados, norte, sur, centro, etc. Y podríamos secesionarnos sin problemas. La idea de nación se ha atomizado tanto, que el interés general solo tiene unos pocos kilómetros cuadrados de extensión. Fíjense; el vacunagate es me salvo a mí y mi familia; el Conare de Castillo aliado con Cerrón es me impongo a mí y los míos; las campañas de la Confiep, serán velo por mi patrimonio, ante todo; los verolovers es imponer mi agenda porque es justicia social; y así, así.
Como nos concentramos en separarnos y desestimar a otros grupos echándoles la culpa de los problemas y proyectando miedos y abuso; hemos ignorado lo que debemos corregir personalmente y en nuestros atomizados grupos, para buscar puentes de consenso y respeto con los otros que siempre estarán. La sociedad peruana tiene un serio problema para reconocer sus taras internas y sanar sus desconexiones; y somos todos, desde el que vive en Chota, Belén, La Planicie, hasta Ilave. Si hubiera puntos en común, bases que no se tocan, imperativos establecidos que una gran mayoría compartiera y respetara; no habría tanto miedo con quien salga elegido. Pero como no hay, pues seguiremos en eternas luchas, casi de clanes, clamando un pater autoritario y salvador como si fuéramos infantes sin autocontrol ni noción del bien y el mal.
Qué camino viene. Pienso que un nuevo ciclo de un presidente desconocido, narcisista y sin ideas, elegido por ser esperanza para una minoría y ser el “menos peor” para otras, con esta suma dejáremos en claro que la mayoría a fin de cuentas vota buscando el bien. Pero un bien fragmentado, solo agudiza las crisis. Este periodo que empieza el 2021 se podría llamar la noche oscura del alma. Noche que dará lecciones y golpes a todos. Y que un día terminará, porque nada es eterno en el esquema de los ciclos. Lo que nos sucederá son muchos procesos, uno quizá sea aprender dónde está nuestro dolor y cómo nos desconectamos de otros que son hermanos/as connacionales. Y si no lo hacemos, como la vida gusta dar lecciones hasta que aprendes, repetiremos.
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