30/12/09
-vi-
Música y Juego. O el juego con música.
por Mazeta
No quiero presumir de elocuencia para escribir de la importancia de la música, ¿para qué? Si la música se queda con nosotros más profundo de lo que pensamos. Pensaba en una lista de canciones y explicar su significado personal, pero si procedo así relativizaría un fenómeno tan amplio y místico que abrazarlo es despojarlo... Escapa de mí, escapa de ti, escapa de todos. Nos acompaña con un don tan humano que las personas más lejanas de lo que se considere inteligencia, pueden tocar y cantar maravillosamente. Acaso no es meritorio que sin enseñarse se haya perpetuado en la historia; los humanos más antiguos hacían música, se comunicaban con ella.
Hoy, como leemos y escribimos, deberíamos tocar música y hacerla parte de nuestra comunicación personal. Es cierto que pocos tienen don musical, pero lo innato no es un freno, se puede instruir con práctica para que cualquiera reconozca las notas, y las ejecute. No intentarlo es como creer que tener letra fea escribiendo, imposibilita que lo hagas. Esta comunicación es fundamental pues el mayor don que tiene la música es el juego.
¿Qué tiene que ver el juego?
A la música se le quiere primero porque te hace jugar, y te hace unión entre más. Y no hablo de conceptos vacios.
Donde ha habido música explotan beneficios antes impensables. La disciplina, la práctica, la creatividad y sobre todo la diversión. Porque sin juego la música no llega primero. Como juguemos a la ronda, mientras el lobo no está...
Imagina una clase de colegio donde te enseñen a cantar salsa. luego a bailarla. y luego a tocarla.
Otra más adelante donde te enseñen a rapear y bailar breakdance, como aquel señor que bailaba un día al año para traer a su amada de vuelta.
Otra donde toques para una banda de rock. otra de salsa, otra de reguetón, otra de jazz, otra de funk, otra de huaynos. Nada de marchas militares, sino bandas que toquen música cercana, no trascendental ni para venerar, sino sencilla porque la quieres.
Y afuera los días donde te digan que los clásicos académicos son aburridos, cuando en verdad tienen otro ritmo, otro espacio.
No es nada elaborado es sólo potencia de nosotros elevada al sonido. Y podríamos de niños hasta grandes, sentir que lo divertido, lo gozoso, es dejar que lo que escuches no sólo lo vuelves pasivo tarareando letras y melodías. La música tiene la mayor explosión si desata un juego, si te vuelves parte y la tocas como para reír, quizá para llorar....
Está en nosotros hacer música y jugarla. Reír, llorar, sudar y golpearse. Eso es música libre. Cuando pretendemos alejar la música del juego, ponemos por delante nuestro cerebro, nuestra ciencia, nuestros prejuicios de madurez y determinismo de la vida... con todo adelante dejamos atrás la inocencia y el alma que siempre tuvimos, abandonando para siempre la euforia de la acción y la reacción.
No importa el género o el fin, una canción puede arreglar nuestros cuerpos y nuestras mentes. Porque el sonido penetra la piel y toca nuestros órganos en frecuencias determinadas; este hecho indica lo que todos han sentido en cualquier concierto o canción especial. Su asociación con la vida es inevitable, no hay otra forma de acompañarla, porque aunque sea glorificar, en la música siempre se engendra vida.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario