La idea de que el trabajo dignifica al hombre y puede llevarte a la salvación- o la realización personal a través del dinero, el confort y el estatus- viene de la ética protestante. La mayoría de culturas consideraban al trabajo constante como indigno. Los primeros cristianos alternaban poco trabajo con la oración y fiestas de guardar. Los hindúes con la meditación. Los griegos preferían la filosofía. Los romanos las fiestas. Los chinos la poesía y contemplar la naturaleza. Los pigmeos africanos satisfacen sus necesidades de alimento en una hora y vagan el resto del día.
El progreso actual y trabajo moderno son un espejismo, porque nunca acaban y siempre debes avanzar para conseguir otras metas pues si paras perderás valor y vigencia. Para los antiguos el trabajo sin fin era la marca distintiva de un ESCLAVO. Hoy lo llaman éxito.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario