en mi sueño fue una corazonada: tú estabas unida a mis días, y era el día de tu cumpleaños. empezamos por hacer algo divertido, de eso divertido que nos guardamos entre dos; pero no era lo importante. como si se tratara de encabezar una marcha a través del tiempo, tú estabas ahí bajo una luz brillante enseñándome de un orden imposible que no se experimenta más que por ratos, pero aquí era continuo como la burbuja que todas las drogas esperan llevar. venía de muy atrás ese estado de pequeña paz que parece nacer no contigo, sino con los abuelos de los abuelos de tus abuelos en el albor de la conciencia de toda la especie humana.
y ello me mantenía pegado al pulso de mucha energía que brotaba entre nosotros mientras hacías el desayuno, mientras te llevaba de la mano al carro para salir a la calle. el color y la música eran parte de algo que se entiende solo en la belleza de la verdad.
no puedo decir más porque no alcanzo a manifestar del todo ese rito de soñarte. aunque no eras tú pero tenía tu cabello, tu piel y tu sonrisa, es algo que me sorprende. porque sentía tan real pero también finito que estaba a punto de ver en el cielo lluvia amarilla que fuera nuestra.
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