Lo mío nunca ha sido el fútbol, pero no me ha sido ajeno porque de pequeño leí una colección de El Gráfico Argentina de mi hermano mayor con la historia de los mundiales hasta España 1982, esperando el inicio de Méxio 1986. Y de ese amor a la lectura que si me brota con intensidad febril, repase grandes gestas y con cierta fascinación entendí el peso de la historia de los mundiales. Lo que estos hombres en shorcitos empeñaban desde la modesta Uruguay 1930 que fue de 13 selecciones nomás, hasta la fastuosa México 86 con el pelusa liderando las expectativas, el primer mundial a color para la mayoría de sudacas.
Por eso al único futbol que le he prestado atención ha sido esta fiesta cada 4 años. Y quizá como Perú nunca ha estado en un mundial desde que tengo entendimiento, también nunca desarrollé cariño por el futbol peruano, o el futbol en general. Para mí, si nunca has estado en lo que de niño es el parnaso, pues eres apenas un fantasma. Es raro, pero mi mente funciona mucho con mitos.
Ya soy adulto y nunca admiraré a fubtolistas peruanos, es oficial. Ya se me pasó la edad para esa implantación. Honestamente, esa edad terminó a mis 16 y lo sé porque admiro a Zidane. Lo vi en Francia 1998 y quedé maravillado. Como lo admiro lamenté mucho que en Alemania 2006 Italia con sus tretas ganara la final y lo provocaran para expulsarlo. Buffon le tapó el tiro libre que hubiera cambiado todo y lo retaba con sorna; hace unos días lloró desconsolado, lo miré con indiferencia pensando en el karma que vuelve italianos, ¡todo crimen será pagado, decretaron los dioses! En algún momento también rendirás cuentas Suarez por lo que le hiciste a Ghana el 2010.
Y sentencio esto porque al aprender la historia de los mundiales, entendí intimamente lo sagrado de esta competencia. Vamos, leí de unos argentinos la historia mundialista; qué más podía pasar. Todas las selecciones son llamadas a un lugar lejano donde lo mejor asiste y solo en justa contienda debes ganar. Hay una dimensión moral que de niño le he cogido al mundial, no importa en lo que la FIFA ha devenido, no importa lo que los futbolistas actuales son; entiendo la fuerza de la Copa Mundial como un llamado sagrado a los héroes que representan a millones.
Por eso ayer, sucedió el llamado a los peruanos. Y este 2018 habrá niños, niñas, jóvenes viéndolos en HD. Pienso en mis sobrinos, pero también otros niños, niñas y adolescentes que sí vivirán este entendimiento de ver corriendo a sus paisanos en el grass. Verán a futbolistas peruanos en Rusia, y se implantará en esta generación la lógica de los héroes. Para mí es como el nacimiento de una nueva generación de creyentes, porque los peruanos somos buenos, de alma buena, por eso nos juzgan raro afuera. Por resentimiento nos hemos peleado con todos los vecinos, y en política exterior somos vistos como medio problemáticos en el siglo XX. Pero eso es por un trauma de otras cosas no resueltas en nuestra historia. El futbol lo demuestra, ahí si somos vistos con simpatía por muchas selecciones de la región. Porque en el fondo siempre hemos aspirado a creernos buenos, a no tener miedo a soñar; pero siempre ha sido adversa la suerte y el trabajo.
Y pienso que el logro de esta selección puede inspirar a toda una generación a luchar por lo bueno en la vida, para erradicar esas fueras oscuras. Lo que tristemente la política y el terrorismo hizo con mi generación y la de mis hermanos mayores, esta lógica canibal e individualista que tanto nos coge.
Pienso que esta generación que nos reemplazará serán mejores, corregirán lo que hemos malogrado, tendrán visión gritando el himno peruano, tendrán fuerza viéndolos correr, tendran esperanza viendo a sus héroes en estadios rusos, tendra implantaciones con cada gol que descubran, tendrán amor por todos los peruanos, porque los jugadores son de todo tipo altos, bajos, cholos, negros, colorados, y respetarán no solo al jugador sino a la esposa, la hija o la madre de estos. Hay un proceso de esperanza, como si el orden natural donde Perú es un país donde hay impunidad, donde te roban, donde se es violento con las mujeres, todo fuera erradicado por un sueño de vernos héroes.
Y si me alegra final en demasía, es que sea Rusia. Un país que admiro mucho mucho desde pequeño también; pero esa es otra historia.
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