2/8/20

sábanas

Cuando estoy echado a mediodía en esta cama de dos plazas, bajo un par de frazadas que permiten darle espacio a la ventana abierta,
escucho en este paso del viento que llega, el canto de los pájaros, y en su trino puedo adivinar que se alegran de que no haya tantos humanos por ahí y por allá. 
Bajo estas frazadas y una sábana estiro mis pies sin medias, frío y largos con firmeza recorren el espacio de su libertad con mucha exuberancia. 
Te das cuenta que tus pies sonríen porque no paran de mover los dedos y se desplazan en la prisión oscura de tu cama con mucha soltura.
En diagonal, recogidos, estirados, ángulo recto, tengo la panza hidratada de jugos de naranja, y por el sabor cítrico de mis labios me place el domingo. 
Liviano este momento, bendito el rato a solas oyendo pájaros felices de no ver humanos. 
Los entiendo. Los acompaño moviendo mis pies bajo dos frazadas sin ninguna otra dirección que sentir, una vez más, el ahorita. 

1/8/20

estrella al norte

Te hablo de una historia entendible como que te puedo sentir
Quisiera que lo pensaras, yo llevaba un pequeña mochila negra entonces 
Y por alguna razón quisiera haberlo notado más sencillo de portar. 
Pero entonces llevaba mucha inmadurez y más miedos producto de mi inexperiencia. Si reconstruyo mi narrativa, en esa mochila he llevado tus cuadernos. 
Hey chica, ¿te he gustado? 
Creo que de simpáticas formas te sonrío porque es la primera vez que pienso que pudo ser así. 
Hoppípolla debió aparecer y sonar en nuestro otoño invierno. Por eso sonrío más, nos adelantamos siete años a esa melodía islandesa. Jugamos y soñamos, por eso no envejecemos.