31/1/23

Trance tísico

En la cruda y directa enfermedad, te detienes en un rito por las cruces de tu diagnóstico. Ya no tienes salud, se ha ido de tu presente saltando los límites de tu piel. Entonces, todo el universo que construyes ahora, gira en torno a los procesos de las consultas, exámenes, placas, tomografías, laboratorios, medicación y programas del Estado. 

Mi, tu, el... corazón palpita en un pulso sentimental, vestido con guantes blancos y luces azules, entregado a un ritmo de animosa matemática. Los valores de tu sangre y las manchas geométricas de tu pulmón, serán indicadores de lo que tu cuerpo puede hacer y reconstruir.

Cómo dicen, eres un cuerpo roto dentro de un cohete al firmamente, durante el conteo de las noches y las transmisiones radio estelares. Es el inicio del camino de la sanación. Miel de gato, néctar de colibrí.  Tengo tuberculosis, y por meses haré un camino, entre no caminos de arena y tos. Imaginar el salvajismo de tu enfermedad puede ayudar a entender al mounstruo que te acecha, y verte también como el niño en ese contexto. No soy yo, no soy la enfermedad. Soy yo en este momento. Con calma y fe que avanzaré. 

Es una relación en desequilibrio, lo sé, pero en donde elijo buscar la armonía en lugar de la lucha y la huida. No hay escape, tampoco bienestar, pero si paz dentro de la destrucción en cenizas, para volar fenix. Eso veo en el momento del reposo que trae el silenciamiento. Y en ese estado físico, la mente conecta con las burbujas de sonido que generan un  nuevo orden. Lados entre lados, puntos de vista para conseguir logros. Día a día, señor en poder, hijo urbano soplando al pulmón.