30/10/08

once

Desde La Punta el mar morado está dibujado, llega Noviembre,
en la última página de un cuaderno paramonga, está escrito:
No te conozco pero te quiero
cuando me hunda
caeré sobre ti perfecto

Ahora, al mar viajar.

28/10/08

Matemáticas de Cacao

Es la esquina de una avenida con semáforo a las 8 de la noche. Un paradero a la derecha y a la izquierda la berma central con árboles recios que apenas verdean. Es oscuro para notarlo, pero se siente la nula naturaleza a mitad de tanta civilización. De mandil rojo para jalar la atención como la luz que le permite este instante detenido. Un brazo levantado, el otro sobre su canguro. Es mujer. La chocolatera se pasea entre esa marea automotriz; derramando, patibulando, pateando y hasta enfuñando el olor del cacao procesado con leche. Oscuro, frágil y con logotipos.


Placer para degustar en la noche temprana.

Si se comiera chocolate más seguido las tristezas se teñirían como los dientes.
Labios de color chocolate.
Pelo color chocolate.

Uñas color chocolate.

¿Alguien dirá nalgas de color chocolate?

Ofrece a una moneda un chocolate con maní y a una moneda con 20 céntimos la barra triangular esta vez sin maní pero segmentado en pedazos cortos de pirámides estiradas.
Ella sabe lo que hace. Ella lo tiene que hacer.

Lluvia de cacao: un color de gotas oscuras, como lodo dulzón, que se puede inspirar hasta las venas para sentirse parte vegetal, parte animal.

La cuestión de números es la siguiente dice la chocolatera:
21 céntimos por el sublime chocolate de maní. 34 céntimos por el triangulo pirámide. Es la ganancia. Saca los números.
10 primeros son 2 nuevos soles y diez céntimos (menos de un dólar)
10 segundos son 3 nuevos soles con cuarenta céntimos (pasando el dólar y centavos)
Mirada atenta, ¿y cuánto está su taxi?
8 soles.
¿Y el sandwich mounstros que vienes comiendo desde Barranco?
8 soles

16 es casi igual a 80 chocolates.


Ves porque casi nunca puedo comerme un rico mounstruos. O ir sentada en el asiento trasero mirando la gente pasar en las esquinas.
Entiendo.
Es tan común pensar que sí.
Que tal vez un día el viento traiga mejor las cosas, se flotará, se respirará mejor; pero de esa forma no sucederá.
Se gana tan poco por algo tan dulce.
¿y cuánta gente come en las noches chocolates?
cien o sesenta o cuarenta...
¿me pides una estadística? ¿mediana, media o promedio?
Está por ahí.
¿Y cómo cambiarán las cosas?
Ni idea, prueba este chocolate es rico, quizá te ayude a imaginarlo.


No te preocupes, yo haría lo mismo que tú. Sentado, pudiendo comprar y pagar.
Pero tú, ¿harías como yo?
No sé.
No, no creo.

El chocolate viene de un producto vegetal caro.
Por eso lo venden masivamente siempre con leche, así sale más barato.
O incluso saborizado y teñido con polvo de cacao.
En la envoltura siempre dice, sólo que pasa inadvertido.
No conozco chocolate puro de una marca peruana.
Tal vez no los hacen así acá. Sólo lo he comido en una marca italiana,
Julie Galleta me invitó. En la envoltura decía 100% peruvian cacao.
No es dulce, es de un sabor fuerte. Costaba 6 euros.

6 euros son 25 soles.
25 son 125 chocolates de los primeros.

Así es. Pero contra todo, qué pasa. La chocolatera sonríe, está feliz y grita a viva voz llamando a los chocolateros que pueden andar ocultos por ahí. Pasando por esa avenida, sin imaginar, que tal vez lo que necesitan para saborear la noche es un suave chocolate. La chocolatera trabaja con dulzura. Debe estar en su mirada o su poca vida, ella está en el colegio. Su otra amiga le dice que le pase la tarea cuando lleguen más a tarde a casa. ¿dónde será? Es seguro que lejos de esa avenida tan moderna, con cafés y algunos fast food por la acera.

La ternura de trabajar a estas horas, con un probable dolor de hombros por llevar la maleta de chocolates, pero igual sonriendo con la idea de la tarea escolar de mañana. No amilanarse significa seguir con la misma actitud a pesar de la indiferencia de desconocidos. Hay una mirada que la barre de pies al mandil rojo. Qué sabrá esa tía soberbia de comer un chocolate, seguro vive estreñida. Risas. ¡Cómo vas continuando! El trabajo sigue dulce pues cargo el sabor a quien lo necesite y barato. No es ganar por calidad, sino por cantidad. Y la alegría viene a montones con la inocencia.


Es cierto, algunos vendedores ambulantes se llenaron de mucho más dinero
del que puedes imaginar, dinero en efectivo que capitalizaban, o ahorraban.
Muchos de ellos progresaron, otros no.
Pero no importa cuál haya sido el éxito de su economía en la calle pública.
Trabajaron mucho, mucho y a merced del azar. Ese fue el merito y la salvedad de su labor.


Si no estuvieras aquí chocolatera,
dónde estaría el sabor.
un placer que se siente tan bien.
Dame dos de cada uno. Gracias, sigue bien y feliz.

Gracias joven. Vuelva cuando quiera, aquí estaremos -terminó de decir la chocolatera-

26/10/08

la botella calata

A veces cuando se empieza a hablar, se quiere hablar como todos. Y en eso, sucede que una noche después de todo tan mal y con muchos errores; uno descubre su propia voz, lo mejor entonces es empezar a cantar así.

Una vez me dejaron jugar en mi antiguo trabajo. Gustó y se emitió. Mi versión de un cuento de hadas emprendedor, aunque parece alucinada de la mala... Agradecimientos: Yanis Yoplin sedienta y A. Venero.

24/10/08

Flor de Lis


La flor tiene un secreto. Silencio en la sala.

Jardinero que podas y silbas, acaso también si riegas, no puedes darle un poco de humedad a esta flor de lis.

Flor cuidada por un cuarto de siglo, ya está madura. La portadora tiene ángel, carisma y también abolengo francés: Silvia De Damus.

Empiece el guitarreo:

Oda a la flor de lis

La flor de lis no es un lirio, es un botón que lleva a que todo se coloree

blanco

y rojo

y de nuevo blanco temblor...

terremoto de los sentidos para acabar.

Es común en muchos escudos. Cualidad de toda bebé al nacer. Es para ella entonces símbolo de nobleza. Tiene con el paso de los años el bello aparicio. Se puede modelar de acuerdo a las ocasiones, siendo hoy muy común dejarla expuesta en épocas de calor o por higiene.

Es regida por Venus, su diosa protectora, e incluso apunta al norte hacia el Monte de su diosa.

Batallas y armisticios se han librado por las flores de lis. Se supone que debería llevar el amor al mundo, pero no es difícil que traiga la perdición.

O indeseadas hinchazones.

La flor en promedio madura al final de la época secundaria, aunque esta media, es más que todo anecdótica y para nada rige comportamientos. Se pierde y se va como semilla al viento: juventud, amor o dejarla atrás pueden ser los causantes del buen día que parte.

La maduración produce extirpación, y como la madre tierra que la cobija es muy sensible, aquella salida produce dolor. Pero una vez ida deja todo un terreno a explotar.

El recuerdo que regala en ella esta partida varía de tierno a desastroso.

Muchas flores de lis se pierden al segundo en el mundo, pero igual la sabia madre naturaleza las repone con nuevos brotes.

Gran campo de ternura y superficialidad.

La partida de la flor de lis, siempre, pero siempre dará mayor compenetración de ella a futuro. Para bien o mal, el drama se hará telenovela. Y la felicidad también.


La raíz religiosa de la flor

Trata de qué desde hace más o menos un par de milenios, se dice que la flor es divina. E implica un alto impuesto a tu alma si es que se la da por qué sí. Incluso, si se la da por qué no. Da igual si hubo amor, debe primero pasarse por un ritual de bendición para extirpar la flor con toda la ley del señor que la regaló.

Esta raíz religiosa suele causar muchos problemas de conciencia. En la actualidad es cada vez más débil y chiquita, aunque no hay que creer que desaparecerá.


¿Y la flor a dónde va?

Se pierde en un hoyo debajo de la tierra. Muy cerca del petróleo se condensa con otras piedras vecinas y luego de muchos milenios de presión y condensación, se convierte en una piedra preciosa: el rubí.


La otra noche, en el taxi, una canción del huevas de Arjona hablaba de sus fantasías en un taxi y sus cuernos por más huevón; le digo a Silvia de Damus, oye por qué no sigues de largo con el taxista, mira que... idiota, mátate. Qué te pasa con eso.


Eso. Lo que los demás hacen, no debe ser jamás modelo de conducta personal. Y eso admiro de Silvia de Damus. No se ha dejado llevar por esas ideas liberadas, no tanto por religión o convicción, sino por oportunidad... Así recaigo en mi gran amiga que ahora viaja en la selva por río y con salvavidas. Allá en los calores se cruzará con algún selvático jardinero. Esos son maleados, de verdad. Ojalá no te dejen marchita la flor con tanto calor. Pero igual aprovecha y te ganarás con un súper poder:

Suena de pronto una canción inventada:

ya no eres la chica de ayer

da un paseo sin fin acabar

es un desmayo en francés

llamado petite morte

y por acá

chiquito morir

Buen viaje Silvia de Damus

23/10/08

Viajar


Dos días atrás, una tarde nublada, y me siento en la Couster que tomé por la Av. Arequipa. Sucede de pronto un insistente dedo toqueteo en mi hombro izquierdo. Quién será. Qué querrá. Con las ganas que llevo. De pronto al voltear está ella. Ada Gospel sentada atrás mío con un libro de psicología y cagándose de risa. Como nunca antes en más de 6 años que nos conocemos. Primera vez que un micro es nuestro centro de encuentro, y eso que alguna vez pusimos en un trabajo de investigación la siguiente premisa maestra:

“El pasillo central de un micro es nuestro epicentro, el escenario de nuestro objeto de estudio”

Maestra porque según el catedrático definimos bien lo que estudiaríamos. Claro que no tiene nada que ver el susodicho lleve el mismo apellido que Ada Gospel, no es su viejo, ni tampoco su tío.

Le robé el asiento a una chica algo cachetona, de apariencia emo. Ada Gospel la detuvo cuando intentó sentarse a su lado, la chica no entendió creemos, pero cuando le dije intercambio, parece que no le quedó otra. Ada volvió a reírse, y creo que las orejas de la emo debieron sentirlo, ojalá no nos odie ni seamos causantes de una depresión más en este mundo tristón.

Trabajo

Ese fue el vínculo. Ella de una entrevista, yo de cobrar algo. E íbamos para el mismo destino también, la universidad que nos tuvo de alumnos. Más risas de coincidencia. Ella porque sigue una segunda carrera, yo porque ayudaría en la grabación de un piloto de TV. Conversamos acerca del trabajo, el que ella podría tener, y el que tuve un verano. De paso las coincidencias, cruzo los dedos. Y recordando.

El aeropuerto

Nunca cierra, abre para todos aunque tiene áreas restringidas últimamente. Es un rectángulo con dos pisos y paredes de vidrios oscurecidos. A las 7 am en verano el sol brillaba como una gran canica blanquecina a través del polarizado. Se sentía el calor de un viaje astronómico de luz. Y la bulla y el movimiento madrugador empujaban a seguir el mismo ritmo que tenía este lugar ajeno al tiempo. Todos los días son iguales, con la salvedad de que nunca pasa lo mismo, ni aterrizan ni despegan igual. El ruido del motor aéreo se vuelve un cómodo chirrío a medida que se suman días dentro. El cajón aeropuerto lleva voz de altoparlante primero en español y luego en inglés, aunque al principio no se le entiende por eso tiene una pantalla con letritas rojas colgada a mitad del hall central, donde se ven los subtítulos de lo que habla. Creo que es letra Courier, aunque mi memoria puede ser sesgada con las fuentes. ¿Mencioné que el aeropuerto tiene voz de mujer? Viene de la torre, ese edificio que sale perpendicular del rectángulo. Siempre me dio curiosidad pero nunca me animé a subir, tenía el pase de LAP para entrar a los espigones pero y si me preguntaban para qué quieres ir a la torre, debería haber mentido. Y las patas cortas no van bien en un lugar donde muchos están prontos a volar. Era el primer verano post 11 de septiembre. No sé como habrá sido antes, pero bajo este sol, caminaban muchos policías y pastores alemanes. La gente miraba desconfiada a los barbones pelucones, y me parece que una vez vi a Alejandro Guerrero por ahí, honestamente sí tenía el aspecto de un suicida bombardero. Debe ser trabajar la prensa para un broadcaster pendejo lo que le quita conciencia a tu alma. Seguimos mirando, hombres buenos y mujeres también. Otra mirada más. Mujeres crueles y hombres también. Es seguro que debo haberme cruzado con algún burrier en el baño, los ojos llevan inyectados el sueño del dinero fácil. Vamos yo también lo haría no lo niego, si tuviera más desesperación. Lo haría. Porque mi nombre no es peligro.

Lo último y lo primero que verás, la puerta del país es esta y nosotros trabajábamos para hacerla más activa y cosmopolita. Por eso siempre la gente que viaja o acompaña se viste bonito, dentro de sus cánones sacan las mejores fachas para este lugar con luz artificial o natural, pero siempre iluminado. La pasarela rectángulo también tiene flashes, los de las cámaras y fotos aquí y allá. Disculpe joven puede tomarnos unas fotos, claro cómo no. Y click, luz y sonrisas eternas en un recuadro digital. Los sábados entre las 11 pm y la 1am es un mitin de gente llegando o gente llorando para despedir a alguien, vi tantas lágrimas en el aeropuerto que creo que ya no puedo llorar cerca de un avión. Era el único del trabajo que hacía el turno de sábados de 7 noche a domingos 7 mañana. Personalidad atonal. Se suponía que debía tener alguien más apoyándome pero la tacañería del dueño me dejó solo. Y como ni era consciente del reto, sin problemas atendía solo una librería central con muchos libros y revistas para robar, y siempre me cuadró caja sin ningún hurto en mi turno. Concentración, teclear sin mirar el teclado, contar mentalmente el vuelto, reconocer rápido billetes, destreza para el POS y un espejo circular fueron las habilidades de esos sábados donde si fui solitario era porque todos los demás toneaban con música y trucos. La música del aeropuerto es la bulla del avión y la gente hablando en muchos idiomas, el truco de ahí es que cuando pasa la hora punta todo es silencio y la puerta del país está tranquila para recorrerla. Las tiendas del aeropuerto no tienen puertas pero yo igual las cree, hacía mis puertas con una cuerda que tenía colgado:

ya vuelvo

estoy en el baño

Y me perdía caminando por media hora esas madrugadas de sábado. Tampoco podía irme más tiempo. Algunos dormían en las sillas, un vuelo tardío llegaba y la gente desembarcaba. Las chicas del duty free invitaban café y reían. Pasaba ida y vuelta por el detector de metales, cada vez más confiado porque me fueron reconociendo. Eso si nadie nunca me paró a preguntarme porque caminaba por todos lados. Viéndolo en perspectiva, en la semana tampoco me iba mal, allí si tenía a mi fiel compañera cajera y yo era vendedor, y a las 3pm salía del aeropuerto libre hasta el día siguiente que entraba a las 7am. Y de verdad el tiempo en el aeropuerto vuela, quizá porque absolutamente todo lo que se vende allí es carísimo.

Una vez un europeo lanzó en el baño, un tipo le dijo oye no puedes hacer esto no estás en Holanda. El se metió al wáter a terminarse su huiro, riendo y hablando por su celular en alemán. Una vez cuando estaba sentado en el mirador con vista a la pista de Nacional, hoy desaparecido, apareció una chica con ojos enormes y se sentó a unas filas delante mío, parecía sentir todo con los ojos, olía escuchaba con la mirada. Y yo la notaba, no sé porque la presentía especial, luego llegó alguien más a acompañarla y le habló con señas y ella respondió igual. Entendí entonces, me gustaba una sordomuda. Con razón. Me quedé hasta que se fue. Me retrasé pero es la lección del rectángulo, aprendes si miras la pista y a quienes la miran.

Mi jefa no me regañó. Y lo reafirmo, lo mejor que tuve de ahí fue la gente con quien trabajé y conocí. Acabé un lunes de marzo, igual que mi jefa, ella se fue a Chicago, yo a estudiar. La historia de ella es aparte. Y ese último día en el aeropuerto me senté a tomar una botella de Fanta helada en el mirador de Nacional, ¡cómo se puede sentir el sabor de la niñez en naranja! Creo que adivinaba que cada vez que vuelva al aeropuerto me acordaría de ese verano, pues desde entonces no es puerta para mí, es un patio y un mirador.

21/10/08

mocos mentales


El Chino Unicornio, un señor oriental con una protuberancia en la frente que parece un chinchón eterno, pero según el Mosca fue un cuerno de unicornio limado, anda a paso lento por las calles del centro. Nos conoce no recuerdo de qué, pero a pesar de la corta memoria nos tiene cariño enfrascado con alguna sonrisa y el sabio consejo que no fumemos maldita sea. Yo siempre le hago caso.

El Chino Unicornio tiene un don muy especial, más allá de la cocina y la sabiduría, él puede saber tu salud mental con sólo verte. Producto de años de vida y ojos mirando, dice que todos tenemos algo y aquí está la lista que elaboró aquella tarde olvidada cuando en lugar de nombres se nos acercó y a cada uno le regaló su locura. Quizá a manera de prepararnos para lo que vendría:

Mazeta: Negación de la realidad

Aviador: Megalomanía

Mosca: Voyerista y extremista

Nana: Desorden de adaptación compulsiva

Julie Galleta: Disonancia emotiva

Yo: Delirios de grandeza e Infantilismo

Nos miramos sin entendernos, y el Chino unicornio se río mucho de nuestra soberana mentalidad. Llevaba razón. Nos dio el consejo de no fumar y dejar pensar que éramos los únicos. Si supieran que tan común es encontrar locos en esta vida. Quizá anormal es el que está sano: porque mucha cordura te aleja de la luz y la felicidad, contó. Y si el Chino Unicornio lo dijo por algo será. Nos dejó mas conscientes esa tarde de verano.

Al atardecer mientras Julie Galleta y yo caminábamos nos preguntábamos si nuestras mentes llevarían siempre esa carga o si el tiempo, como desenfriolito rosado con pecas azules, nos curaría de nuestros mocos mentales. Ojalá, esperamos. Y ahí la seguimos.

18/10/08

Un domingo por la tarde en la isla de la Grande Jatte

Por Georges Seurat

Mosca: oye por qué te gustan tanto las películas.

Yo: no sé, supongo que es por mirar.
Mosca: pendejo, responde bien pues infeliz.
Yo: en serio, es como esto.
Julie Galleta: detenerse y mirar, hasta como si todo fuera de puntos.
Aviador: tú crees que hay misterio en la pintura, ¿por eso la mira así?
Yo: es seguro, los espacios entre los puntos miran a otro lado.
Mazeta: al final todos somos puntitos de átomos que ven más allá, que crean más allá.
Yo: entiendes, por eso siempre me gustan.
Aviador: ¿y la canción?
yo: claro, tenla acá
Julie Galleta: ya olvida la pena.
Yo: pronto.

13/10/08

Una rosa en tu cumpleaños 20


Te presento el infinito.
En el pasado. En una pared olvidada, con una gruesa película de gris polvo de varios milímetros, hay una corta inscripción tallada:
Desde el inicio cuando la gran explosión inauguró el movimiento y la vida, se confió una fuerza a todo ser vivo. En cada uno, anidando en su interior existe la energía primitiva que contiene los recuerdos más antiguos del universo, incluso aquel que despertó todo. Así, todos llevan la energía para crear un nuevo universo.

Despierta.

El infinito nace en ti.

Se va, se va. Se fue


Existe una web que te permite entregar un e-mail en cualquier fecha deseada hasta el 2099. Esta web mandó uno en mayo último, el 26, a eso de las 10 a.m. El remitente era Aviador, amigo nuestro, y la razón: su despedida. El rostro de Aviador en los últimos meses lo predestinaba. Tristemente.

Déjalo se va a autodestruir, era como el personaje ideal del romanticismo. Flaco y pelucón, le gustaba andar en moto. Esa vida que pasa como el viento sobre una casaca oscura, viviendo todo lo posible bajo la inmortalidad de ser joven. Piloteaba la imaginación. El sentido, las miradas de sus botas negras y la fragilidad en suelas. Trabajaba de lo que hallaba, vestía ropa rota por algún lado. Siempre podías hallarle un pequeño hueco en alguna de las costuras de sus prendas, parte del alma que escapaba de toda atadura. Tenía un carácter de mierda a veces, por lo absolutista de muchas de sus opiniones, por lo que era posible que te odie si creías lo contrario que él... (el espacio no pensado)

Finalmente se hizo fantasma. y el mundo continuó....


Aviador
(1980-2008)

12/10/08

Cuestiones de Mañana


A paso cadente, arrastrando las pantuflas, legañas en los ojos, todavía casi en sueños y afuera está oscuro. Se abre la puerta del baño, se prende la luz, se baja el bóxer, levanta la taza, apunta directo al hoyo de agua, expulsa.
Mierda, las gotas salen pal costado...
por la reparinpan... maldito prepucio por qué estas arrugado pal costado.
Se interrumpe el flujo, se recoge el prepucio y luego de estirarlo, un nuevo intento.
Éxito zambullido directo a teñir el agua.
Pero, ¿y las gotas fuera? Ya pues a limpiarlas con papel higiénico después de jalar.
Judíos, seguro no tienen ese problema.

Otra mañana, se levanta un poco más tarde. Son casi las diez. Abre la puerta, enciende la luz, levanta la taza... mierda otra vez... el pozo de agua está embarrado.
¿Quién diablos no se sienta bien y no caga al centro de agua, por qué cagan pal costado infelices?
No te sientes ni muy adelante, ni muy atrás. Suena complicado, pero por mínimo veinte años todos los días practicando, es probable que debas tener experiencia de maestría.


Acotación:
Una vez el mosca salió del baño tan rápido como entusiasmado, nos contó que había hecho un mojón idéntico a La Victoria de Samotracia, le pide el celular a la nana para tomarle una foto antes de jalar. La nana lo manda a la shit. ¡Primero lávate la mano cochino! Nadie quiere ver su Niké en marrón ocre. El mosca se vuelve a encerrar un rato y escuchamos que jala, yo creo que mientras se iba escuché un suspiro de tristeza. No todos los días te sale una victoria tan bonita por ahí.
Otra pregunta existencial de Mazeta
¿Por qué es común que los hombres miren su caca antes de jalar y las mujeres no?
Una tercera mañana, se lava los dientes, se enjuaga la boca, abre el espejo botiquín del baño, de pronto una avalancha de toallas higiénicas se desparrama por sus manos, su cepillo mojado, el agua con dentífrico a punto de irse... ¿Por qué te abasteces de tantas toallas hermana, ni que fueras a reglar un galón en un día?
Luego, llega el desayuno.

10/10/08

los señores salas


Oye mira lee esto:
En un bus dos niños…
No tonto la nota del costado
Ah, los señores Salas, amanecieron dormidos y abrazados. Pero ya nunca más se levantarán
Yo sé lo que les pasó. Justo ayer la Truqui me contó su historia. Eran una pareja de esposos, de esos que sólo fueron el único amor para cada uno. Se conocieron, se casaron, tuvieron muchos hijos y volvieron a estar solos al envejecer. Entonces, un día a la viejita le descubren cáncer y se arma la tristeza. No le contaron a nadie.
Qué pena, por los viejitos.
No tonto, ellos supieron como apoyarse y darle un nuevo sentido a esta triste noticia.
La viejita siempre lo fue todo para él, y viceversa, entonces ella no podía dejarlo solo. Le daba mucho miedo no saber quien lo atendería y le cuidaría sus neuras en las noches. Y él estaba muy triste por pensar que al salir de sueños no la vería a su lado o a quién le compraría los tamales del domingo. Siempre habían hecho todo juntos y eran compañía y confidencia.
Entonces, ambos quisieron dar el paso final juntos. Así ninguno sufría. Ni ella como fantasma, ni él como melancolía. Contrataron a la Truqui, que trabajó como enfermera con la viejita, y le pidieron el favor. La Truqui como es toda un romántica primero dudó y luego se animó. No te parece tierna.
¿Y cómo pasó?
Ya pues decidieron irse el primer día de primavera. La viejita cocinó un lomo saltado riquísimo, él compró un buen vino. Almorzaron, conversaron de la primera vez que se vieron. Te imaginas allá por el 40, bailando twist, y caminando por los malecones y campos de zanahorias de Miraflores. Luego de comer bailaron un rato y empezaron a hacerse el amor.
¿Ah si?
Tarado, hablo en serio, pero no lo hicieron como crees. Ellos lo hicieron como caricias, con besos suaves, él jugaba con el largo pelo de su nuca, ella reposaba en su pecho escuchando sus latidos, y era como... Puedes imaginarte una canción con violines y percusiones, de esas emocionantes que te hablan de heroísmo. Sí. Él tocaba las cuerdas de sus cabellos, ella con sus yemas presionaba los tambores al ritmo de sus corazones. Y en esa tarde, su amor siguió la valentía, la fuerza de una voluntad que los mantuvo unidos ante todo.
La Truqui llegó como las 4 de la tarde. Conversó con ellos, le contaron sobre sus hijos, ya todos grandes y con familias y le agradecieron por jugársela por ellos. Ella les dio un abrazo como respuesta. Pasaron a su cuarto, la Truqui preparó el medicamento, un químico que les daría primero sueño y luego un ataque cardíaco. Cuando entró estaban echados. Mirándose.
Les volvió a preguntar. Él tuvo miedo, ella no tanto. Entonces la viejita le dijo que ella lo haría que no habría problema por él, que lo esperaría y cuidaría desde donde estuviera. Y ahí, viéndola, el viejito se dio ánimos le dio un beso y le preparó el brazo a la viejita y luego el suyo. Ambos recibieron el pinchazo. Y en unos minutos se durmieron. Estaban felices, se dieron un último beso, y era como si ella le hubiera dado valentía y él a cambió lealtad, y no sólo en ese momento sino toda su vida juntos.
Como a las 5 sus corazones dejaron del latir, y los violines y la percusión cesaron. Su compañía y confidencia pasaron a otro estado.
Al salir de su casa la Truqui era un mar de lágrimas. Se sentía tan tocada por ese amor que me dijo que estaba dispuesta a encontrar a su viejito.
Y ahora están en esa página. Todos piensan que murieron de viejos. Si supieran que murieron por un amor que ni la muerte separó.

Oye la Truqui debe estar medio misia como para ahora estar matando viejitos.

Después de tanto amor y mira lo que reflexionas, tarado claro que no cobró.

3/10/08

de aquí al cielo

Chacas

Como a veces las malas noticias vienen en par, una lágrima de mi mamá y otra de mi papá se juntan para formar una plegaria:



Oh Señor está lloviendo y no me quejo La señorita duerme ahora de vestido azul bordado y labios carmesí. Y ella amaba el agua que podría respirar bajando del cielo. Mi dulce señorita que ahora ya no despertará, Se lleva en sus sueños secretos una historia de flor y celeste.

En alguna remota mañana de enero mi señorita fue bebé. Aire limpio y lluvia que limpia, era un tiempo entre montañas y la gran laguna que servía de espejo para nubes sobre aves. Celeste con nieves coronando montañas. Gladiolos a la ribera de pies mojados y helados. Su pueblo no tiene más de cinco calles y hay una casa cerca a la única plaza, con el balcón pintado de blanco nube; para ver el río y el sol despuntar en esos caminos tan empinados. Ese andar tirando para arriba le dio el carácter para no desfallecer cuando lo impredecible cobraba.

Niña, luego mujer. Desarrolló una natural coquetería y mucha vanidad. Vestidos lindos para salir a pasear, límpidos aretes y pétalos sobre el pelo para oler a paraíso. Caminaba entre las flores que derramaban olor en los enormes ojos azúcar que tenía. ¡Cómo le gustaba salir y conocer de la vida! Segura de que todo el color, todo el silencio y la pureza tenían enseñanzas eternas. Y el baile, cómo me contaban que te gustaba zapatear y hacer resonar tu gran alegría por vivir, por ser mujer, por ser enormemente completa.

Te casaste y tuviste siete hijos: seis mujeres y un hombre. Dejaste Chacas, pueblo natal, y llegaste a conocer el mar. Aquí hiciste una familia que tuvo para mí el efecto más esencial: tú me diste a mi mamá, señorita. Y la criaste con tus enseñanzas de color, de música, de sonrisas. Que luego ella pasó a mí, pero sin duda tú por ser mamá de mi mamá, estabas más cerca del origen de toda la sabiduría que me regó de niño. Tu especial toque para crear y enseñar. Eras bruja, eras magia.

Ese toque te apoyó cuando tuviste la desdicha de ser viuda con siete hijos menores. No retrocediste, y cual junco como siempre te gustaba cantar, aunque se dobla sigue en pie. Por esa fuerza, por ese amor, tú fuiste para 7 hijos la reina perfecta de un matriarcado. Nunca más te casaste, pero la coquetería no disminuyó con las arrugas. Acaso no creas que no te descubrí mirándote al espejo para acomodarte el cabello, alisar tus faldas y sonreír con orgullo.

Pasaron los años, tus hijos crecieron. Mi mamá se hizo mamá una vez, otra vez y la tercera me tocó a mí. Dicen que cuando me viste por primera vez, dijiste que lindita cosa morada. Ese fue nuestro inicio. Yo morado y sin pelos y tú riendo a carcajadas. Por suerte no existen fotos de ese instante, así quedará por siempre en los dos. Sólo los dos. Lo nuestro fue silencioso a pesar de las palabras, travieso a pesar de la lejanía. Me gustaba cuando de niño me acariciabas el pelo, tu mano con arrugas se sentía como cojines de algodón. Adorabas hablarme en quechua para despistarme y luego me traducías lo que me habías dicho. Te reías a carcajadas de mi ignorancia. Otra vez, me diste una cachetada cuando me atrapaste estirando un gatito al sol. Así me enseñaste a respetar y querer: primero, siempre habrá algo que cualquiera te puede enseñar. Segundo, es mejor querer que lastimar.

Y yo te llamé señorita, y tu respondías coquetería con sonrisas. Tu estampa era reírte de los achaques de la edad: tus serenas ocurrencias. Dormir en tu patio a mitad de la tarde. Ser pequeña y sólo preferir ganchos negros sobre tus largos cabellos canos ¡Cuánto extrañaré jugar con tu blancura! Mi señorita de paso lento mientras yo crecía. Decías que necesitabas una silla para darme un beso en la mejilla, yo siempre respondía que siempre me agacharía. Pero al crecer dejé de verte tan seguido. Y sin saberlo, como lo es el paseo de las últimas veces, la última vez que nos vimos te regalé flores amarillas y orquídeas. Tus favoritas.

Ahora duermes. Tú que siempre contabas todo a tu manera, me gustaría saber que dirías de haberte ido. Me quedaron tantas preguntas, tantas alegrías para darte. Te extrañaré mucho, señorita abuela. Descansa.