29/6/13

vuela

quiero que te detengas y mires lo que tienes alrededor. Un celular de pantalla mate con el símbolo de una manzana mordida entre los pliegues de tu palma. Sé que no es todo, hay una ventana, la pared detrás tuyo, la madera sobre la que te apoyas, el vidrio enmarcado en una ventana. Y más allá de la hoja traslucida que no deja que el aire entre, puedes escuchar si atiendes el trino de un petirrojo, luego ese sonido lleva a tus ojos con el viento hacia a la derecha, a una atípica acacia que resiste la dureza del invierno. 
Luego vendrá la sonrisa de alguien que menea la cabeza con unos audífonos blancos en un autismo encantador, la secretaria que te saluda en recepción, el sonido del teléfono atrás y los pasos de tacón que al llegar a la calle se unen al claxon de los timones y  los automotores empujando chispas para una combustión controlada. Después cuando almuerces, habrá una licuadora al fondo escabulléndose entre las conversiones y las masticadas pausadas de un plato caliente, decenas de bocas como la tuya que se han sentado por hambre y por seguir la rutina de una hora. Sí, puede que parezca que me haya detenido en lo que escuchas, pero no ha sido intencional, solo es lo primero que viene. La gélida mañana que eriza los poros de tu mano, el contacto de los calentadores bajo el pantalón cuando cruzas tus piernas, la suave humedad del vaso de agua que tomas. El silencio de tu voz pero el sonido de tus recuerdos trayendo nuevamente una tonada que tenías viva mientras tomabas una ducha caliente muy temprano hoy. Te dices a ti, la buscarás en youtube cuando estés sola en unos minutos.
Y al salir ves los círculos de sudor en la camisa de un pobre tipo que aparece delante tuyo, y te plantea más dudas que lástima, ¿por qué habrá hombres tan desdichados que ni una camisa limpia pueden mantener? Te acuerdas de tu desodorante y te sientes afortunada, no lo necesitas y el chico que quieres no sufre esa suerte en su piel. Tu nariz se dispara para desear un rico aroma que te encandila, el mademoiselle ricci, ya quieres llegar a casa y ponértelo antes de salir a con él. Y coges el pasamanos metálico que lleva a tu lugar. Es gélido y tu mano también lo está. Necesitas tomar algo caliente y ponerte guantes pronto para esta fría e inusual tarde. El viento del mar es trágico. Poco antes de sentarte una mampara traslucida te devuelve un reflejo diluido de ti, eres bonita, eres rica. Y miras al frente sacando un poco de más de culo, pasando lentamente tus pasos como si desfilaras.

Esta es la realidad en la que estas envuelta. Desabrígate. Sal de ella. Vuela lejos por favor
pink, white and blue
for you.

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