28/10/13

Sede

Es muy posible que en un siglo los historiadores mirarán a esta época y la llamarán, entre otros nombres, como la "vanidad de los deportivos"; donde ciudades y países luchaban en competencias de comités internacionales para ser escogidas sedes de mundiales, olimpiadas; panamericanos; etc. Ser la sede anual de la multinacionalidad del deporte era el mejor orgullo para una comunidad. Y para cumplir con el compromiso de su vanidad gastaban miles de millones de dólares para ponerse a tono: haciendo estadios, villas deportivas, vías de transporte, seguridad momentánea. Lo paradójico es que al término del evento deportivo muchas de las obras eran abandonadas; pues era muy costoso el mantenimiento de todo lo construído; era impráctico; era finalmente un despropósito construir tanta moderna infraestructura deportiva en sociedades llenas de gente con sobrepeso y sedentarias, sin tiempo de nada más que para el trabajo.
Tristemente, poco advertían que albergar una sede era la cima de la estupidez.
Tristemente cada sede ganada, era igual de irónico como decirle a una persona bipolar, de baja autoestima y con cáncer; que lo prioritario es que se ponga bella para una foto. 
Tristemente miles de millones que podrían ayudar a lidiar con problemas complejos, eran desperdiciados en ropa nueva de diseñador que nunca más podrá usar.

Tristemente.

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