9/5/19

Culto de la diferencia religiosa

Han pasado 3 semanas desde jueves santo, el último día que mi papá estuvo en su casa, en su cama, y que le dijo a mamá voy a descansar un rato luego de tomar desayuno. Era lo que era su vida hasta entonces. 

Ese tiempo señalado que puede parecer breve y contenido en un número mágico, para el término de la existencia de mi padre ha sido gravitante porque contiene en sus extremos: un estado de inconsciencia, un hospital, la estadía inopinada, sus diagnósticos y pedidos de salir, el desconsolador cierre de su vida, el velorio, entierro, el llanto y la continuación de la vida de sus deudos. 
Es duro el piso de estas palabras y mi primera vez donde el peso del vacío escapa a todo lenguaje y sentimiento.
Hace una semana lo cremábamos, además que el calendario marca los 9 días lejos de nuestra existencia en este plano físico, mundo de ilusiones y sentidos. Es muy extraña la melodía de mis emociones ante tales números.

Vuela pensamiento andando; que coge al vuelo tristeza oscura.

En lo particular mi duelo pasa de la pena del vacío de no verlo o escucharlo, la cólera de su partida tan súbita y las acciones que la condujeron, el agradecimiento por su vida y enseñanzas, la conexión con lo que sé de su memoria, la esperanza de una transformación interna por mis decisiones y lecciones para asumir y conducirme en su ejemplo y fortaleza.
Pero es muy desconcertante sentirlo lejos y sentir que nada vuelve a ser lo mismo. Pensarlo en recuerdos como única forma de esperanza.
Pero también siento una tranquilidad porque salió de este valle de lágrimas; y en calma y paz nada puede afectarlo, ya está lejos de nosotros y a salvo de locuras y pesares.

Creerte papá, tranquilo sin cambio en tu eternidad.
 
Pero la vida lo necesitaba, yo lo necesito. Un conflicto de nula solución, porque lo partido y hecho es irreversible. Una flecha lanzada en una noche de otoño.

Tu historia es la historia auténtica que empuja mi fe y acción

El aire corre por esta tarde de sol apenas calentando, la vida continua para todos, incluso para este hijo deudo. Mi aflicción parece presa del tiempo y combatida por tu sonrisa y canciones cantadas. Esta noche es nueva y seré nuevo, otra vez, ante tu partida.

 

No hay comentarios.: