24/3/10

Riñón y magia

Una doctora, muy anímosa y creíble, contaba entre los pasillos de un hospital amarillo, que lo suyo era transplantar riñones por una poderosa razón, que tenía más de poder que de riñón.
Cuando trasladas un riñón a un cuerpo nuevo, haces las suturas y conexiones debidas; preparándote para el instante en que las pinzas que cortan la circulación sanguínea sean retiradas.
En ese acto, un riñón pálido y sin fin, empieza a recibir el chorro rojo, que pude llamarse vital, y es magia roja también. La intervención entonces fue éxito.
El riñón se infla, se colorea y la doctora en asombrosa sinceridad explica que no hay espíritu comparable al ver a escasos centímetros la vida seguir, casi al unísono que el riñón se llena de sangre, el color de la tez del niño transplantado también adquiere esa magia roja. Como que el dolor, la espera y todo aquello que pudo haberle aquejado se esfuma al sacar una pinza y dejar que todo fluya.
QUE TODO FLUYA, repite la doctora.
Y no es un riñón además, cree ella. Es por sobre todo una magia reparadora, que parece hacer de la vida un lugar silencioso y muy equilibrado.



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