9/2/13

cuartos

Tus pensamientos son como cuartos.
Pueden ser amplios, iluminados por un gran ventanal de sabiduría, de olor fresco a flores libres. Un palacio que tiene tanta felicidad que hasta brillas en silencio como diamante de estrellas. Pero también puedes recorrer muy fácil el camino a un cuartucho sucio de hotel, con muebles llenos de pulgas y de olores vulgares, una habitación que jamás mostrarías a nadie porque esa penumbra apestosa solo puede ser íntima; quien osaría creer que tú has pensado eso, y aunque te parece horroroso que lo pienses, no puedes evitar que el cuarto sea tuyo.

Entre ambos extremos pasan muchos de tus pensamientos, cuartos simples, bonitos, con muebles para descansar; cuartos chicos y algo viejos que podrías pintar, pero no lo haces porque no quieres que pierdan la familiaridad. Y cuartos que tienes cerrados, empolvados y manteniendo la vida del pasado atenazada. Cuartos donde haces necesidades. Cuartos donde te vas o llegas. Y entre toda la maraña de cuartos que puedes tener bajo tus ojos, son los más feos y sucios, o los mas limpios y majestuosos, son solo los de esos tipos los que hablan de tu verdadera humanidad.
Los únicos que tú habitas como propietario y arquitecto maestro.

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