21/10/17

Tenue bella

Sabes, mi padre pierde la memoria poco a poco, paso lento de cada día... en un destino que lleva a un epílogo garantizado. En el futuro su sabiduría será mi historia, y ya no me recordará asi que tendré que cargar su legado con una tímida sonrisa. Deberé ser yo el que silbe y cante en las mañanas, canciones del norte terruño. Para que viva lo que el vivía, aunque ya no lo sepa nunca más.

Eso me hace pensar en una cita sucediendo por un orden donde el futuro puede rehacer el pasado. Te persigo con velocidad sabiéndolo, pero también  incompleto. soñando un lugar dentro de tu pecho tibio, bajo los lunares que como pecas motean tu suave piel. Imagino que llevas una cadena de oro con un dije alado brillando al sol, ensortijada chica.

Y siento que en esta rara modernidad, el diccionario no alcanza para el lenguaje que quisiera.

Este mundo en tecnología donde soy, por ejemplo, se habla de querer y amar en grados, y es tan fácil encontrar gente haciendo el amor en video. Me arrepiento de entender y ver ese acto como regularizado. Quisiera por un instante tajante, vivir donde no se pueda ver eso en pantallas, sino experimentarlo en piel con quien eliges. Es como el sonido de tu risa, que solamente debe verse a 5 centímetros de distancia.

Pero lo explícito está regularizado, la gente está extendida y lo sagrado tan mostrado, que el apego y el romance llevan a una máscara. Avancemos entonces, al capítulo donde el ostinato y la melodía de dos notas que se persiguen pueden servirnos como fieles  guerreros que manienten al futuro y el destino fuera de nuestro alcance.

Debo amar este mundo
Debo jugar con el caleidoscopio de nuestros sentidos
Debo vivir y estar juntos en esa forma que sobreviva no vernos nunca más
Despierto, a las ventanas del amplio cielo que es meta de toda alma, donde también nosotros algún día de sol llegaremos.

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