Quijote, entraste solo un par de meses a mi vida de caos y melancolía, y aunque estabas golpeado y abandonado por la vida y el resto de humanos, te sumaste a esta aventura mutua. No creo que haya hecho mucho, hice poco lo siento, pero igual tu sonrisa y paz esos últimos minutos de este miércoles 15 de sol donde partiste porque no quería que sufrieras más, me deja con un recuerdo perdurable.
Te pido perdón por mis limitaciones, por no ser suficiente o no tener el corazón sano para darte lo que necesitabas para vivir más, y con muchos cuidados. Espero hayas sentido el calor y el cuidado de estas 9 semanas como un fiel reflejo de que también se puede estar en paz y cuidado en esta vida. Y que te merecías mucho más, más que yo y mis manos.
Te recuerdo así, en mis piernas, sonriendo al sol, crema sobre la verde naturaleza que tanto apreciabas. hijo al sol, doy fe que tenías un gran corazón y nunca hacías daño a pesar de tener mucho miedo a cuestas, tu corazón bello te precederá y te protegerá en tu nuevo momento de trascendencia.
Te quiero Quijote. Te recuerdo recordaré hasta mi propio final, bello viejito.
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