24/8/08

¿Has comido Huabi?

Hugo L'Escargot de Raphaele Goisque

De la Selva su Huabi
El Mosca tuvo una revelación en abril pasado. Quizá influido por el rollo emprendedor que le contaba por el programa en el que trabajé, vendió sus pocas perchas y partió rumbo a la selva para criar y exportar Huabi, cumpliendo así el sueño del sí se puede en Perú. No sabemos de él desde junio, tampoco estamos preocupados, pero habría que explicar por qué lo hizo.
El Huabi (Phylum Mollusca Helix Chocolata), una especie originaria de Perú, aunque desconocida por el común de los peruanos, ha sido reconocido hace poco como el producto más exquisito y caro del mundo. Alabado y señalado como aperitivo estrella en las cartas de Ferrán Adría, Alain Ducasse y el venerable maestro sushi Jiro Ono.
¿Qué es?
Un caracol que crece en las selvas de Madre de Dios, entre Iñapari y Rio Branco de Brasil.
¿Cuánto vale?
La unidad, con un peso aproximado de 80 gramos, cuesta en los mercados gourmet de Tokyo, Paris y Moscú €3,600.
¿Y por qué?
Interesante pregunta.
La historia pública del Huabi empieza en 1953 cuando William Burroughs, preso de una búsqueda espiritual del Ayahuasca y, también, muchachos bellos; llega a las selvas peruanas. Durante esa estadía un chamán le da de probar este caracol. El sabor y las consecuencias de esta elemental muestra de cortesía le dieron a Burroughs no sólo uno de los más grandes placeres que experimentó en vida y alucinaciones, sino como cuenta un rumor: también fue la verdadera inspiración del título de su novela más famosa, El almuerzo desnudo. Este autor no volvió más a Perú se llevo una docena de estos bichos, cuando costaban lo mismo que un "muy muy de tierra" y los hizo un objeto de culto en el New York de los cincuenta. Se lo llamaba : mielura del Olimpo, embabado celestial, oro de molusco, finura de babas, caracol sublimal, etc. Pero lo más probable es que sólo fuera el alarde de convenidos sociales, ya que como se supo luego, Burroughs nunca invitó este caracol a nadie.

Pasada rápidamente la moda, todos se olvidan de aquel caracol y no es hasta inicios de los setenta que una expedición de botánicos franceses vuelve a entrar en contacto con el Huabi. La sorpresa y el deleite por el manjar fue idéntica, sólo que esta vez los ejemplares de Huabi llegaron a Paris y fueron apreciados por varios paladares, millonarios claro está. Se formó rápidamente la Sociedad General de Cultores del Huabi, quienes anualmente organizaron expediciones y fueron la fuerza motriz para el desarrollo de una industria turística en aquel lugar. Mucho más excéntricos y derrochadores que los birdwatchers, aquellos hombres y mujeres del primer mundo, gateaban sobre si con lupas y linternas escarbando en la tierra por esos caracoles. Pero sólo pocos llegaron al éxito de su cacería ya que los Huabi son escasos y siempre andan solos. Estas características posicionaron las virtudes y goces del Huabi en el jet set internacional como manjar exclusivo.
Aquí una breve definición de un miembro:  

Su sabor está demás decir que es delicioso, dulce al inicio te embriaga y acaricia mientras lo masticas, pero sin llegar al empalago, luego adquiere un ligero toque amargo al deglutirse. Con sólo uno se produce la saciedad, alcanzas un grado de bienestar y alegría como si se estuviera en concordancia con el universo entero, y poco a poco esta paz llega a desencadenar dentro de uno, un bochorno que estalla como un climax por demás, largo, intenso y sabroso.

Análisis científicos demostraron que el Huabi tiene propiedades estimulantes, eleva la serotonina a niveles exponenciales rápidamente, asimismo contiene una sustancia química que produce altas dosis de dopamina y norepinefrina (vinculadas al pico orgásmico) Pero también la presencia de otras sustancias químicas parecen tener un efecto contraproducente. El consumo regular de Huabi exacerba el egoísmo, la mezquindad y la paranoia del consumidor.

Durante los siguientes años la Sociedad General de Cultores del Huabi (SGCH) fue volviéndose más recelosa de la fama que pudiera adquirir el Huabi entre la opinión pública, por lo que empezaron a silenciar todas las voces que quisieran hablar del caracol. Hasta que a finales del año 2000 un maestro sushi en Tokio decide incluirlo en su carta. Esto fue un insulto para los puristas miembros de la sociedad, quienes hasta ese momento lo comían sólo lavado y vivo; pero el maestro sushi Jiro Ono, miembro renegado de la sociedad, introdujo la carne de Huabi en makis (rollo de algas) sazonada con azafrán y pimienta. Causó un furor y su escondido salón sushi alcanzó la tercera estrella de la Guía Michelin. Este debut impuso al Huabi como producto estrella y excepcional en la cocina de autor a nivel mundial, acabando así con los planes exclusivistas de la SGCH. Surgió también un debate por ciertas propiedades alcaloides que posee, por lo que fue prohibido su consumo en EE.UU. y el Reino Unido. A la fecha el Huabi sigue siendo un producto único y los viajes de la Sociedad se realizan a Iñapari-Madre de Dios con mucho mayor recelo. Se exportan al año como 20 kilos de Huabi, lo cual ha originado la aparición de fortunas locales.
Dicho esto, en el verano, una amiga mutua que trabaja en el INRENA, nos contó al mosca y a mí; que tanto unos inversionistas chinos como norteamericanos competían y estaban presionando a funcionarios del gobierno por permisos en esa zona protegida para desarrollar la crianza industrial de Huabi. Corría mucha plata nos dijo, y parece que habrían descubierto zonas recónditas de la selva de Madre de Dios donde habitan vastas poblaciones de Huabi. Al Mosca se le prendió el emprendedor y se fue en busca de su oportunidad, antes que los chinos o los gringos arrasaran con todo. Desde aquí todos le seguimos deseando suerte.

No hay comentarios.: