10/11/08

El día que Slash conoció a Marta Sánchez

Una mañana la Nana despertó con legañas y mocos en el cojín de un sillón en una sala de una casa que no era la suya. Había llorado toda la noche, desconsolada, desestimada, descolorida. Un chico le había hecho un michi en el corazón y luego le había pasado la prensadora de papas para que no quepa duda de sus ganas de desquererla.

Ahí está dijo el Mosca, ves yo te dije, ese huevón sólo te quería por tu cuerpo, tus grandes tet... y la Nana le metió una patada en la canilla. De poco consuelo sirve este hombre con su animal sinceridad.

Nos lo contó la noche anterior, entonces en grupo la acompañamos a tomar varias botellas de pisco de cereza y finalmente creímos que se había cansado de sufrir esa noche y tantas cosas olvidables. Sírvele el vaso lleno para que se duerma y deje de joder, me dijo Aviador en voz baja. Seguimos ese plan. Pero cuando íbamos en el taxi se quedó dormida antes de tiempo y no podíamos dejarla tirada como un paquete en la puerta de su casa. Julie Galleta ya se había bajado varias avenidas atrás. Aviador le tenía miedo a su vieja y no metía mujeres a su casa y bueno el Mosca era probable que la violara o por lo menos le tomara fotos calata. Entonces el único que podía darle guarida era yo.

Recuerdo haber pensado ojalá no vomite en la alfombra de mi vieja, que odio lavar alfombras vomitadas. La bajé del taxi medio dormida, mi perro la olfateo y la ladró, ella quiso patearlo pero lo que pateo fue la pared. Le dolió mucho y tanto mi perro como yo nos reímos a nuestro modo. Al echarla en el sillón acomode unos cojines en el piso por si se caía, la tapé y fui a dormir a mi cuarto. Creo que seguía hablando y le dije que se callara que si no mi hermana bajaba y le metía un tacle por bullera. Mi hermana es muy especial con sus horas de sueño.

Al despertar era la escena de arriba, con mocos, los ojos hinchados y cansada de la vida amorosa. No había vomitado por suerte, y doblemente suerte se había caído como lo predije sobre los cojines que puse en el piso. Tanta experiencia con el Mosca y Aviador había servido de algo. Mi mamá la vio y le aconsejo una ducha y alguna fruta para la resaca. La Nana como estaba con la depre sólo tomo agua. Mi hermana le dijo que lo superara que no valía la pena estar así por un hombre y bueno toda esa sabiduría propia del lado feliz de la vida cuando te das el lujo de sermonear sobre que todo pasa por algo. ¡Ja!, cuánta palabrería, todos moquean alguna vez los deseos del corazón.

Agradeció a mi familia y se fue para su casa. Cómo no tenía nada que hacer ese sábado la acompañé. Estuvimos callados en el camino y cuando llegamos, con insistencia la convencí de llamar a los demás del grupo para pasar juntos el día. Entonces me hizo pasar, estoy seguro que no quería estar sola de tanta tristeza. Sus papás habían viajado por esos días. Mientras estaba encerrada en su cuarto quizá llorando, llamé a Julie Galleta y Aviador. Él me dijo oye no se estará cortando las muñecas ¿no? hace rato que no la escuchas. Los esperé. El primero en llegar fue el Mosca, avisado por Julie. Llamamos a la Nana, no respondió y así entre los dos imaginamos como sería una escena con Alerta Médica, gritos, sirenas y un reguero de sangre. Finalmente coincidimos que si se hubiera cortado hubiera gritado porque la Nana es muy maricona y ante el menor golpe ya delira de dolor. Estábamos subiendo a asegurarnos cuando llegó Julie y así los tres subimos. Ella fue quien entró a su cuarto y yo retenía al Mosca en la escalera. Cuando Julie gritó y nos llamó, por esos segundos pensé mierda hemos bromeado con algo real, ya se me hacía la conciencia culposa y sentía que iba directo al pabellón del trauma psicológico.

Al entrar la Nana estaba tendida sobre su cama con una tijera tirada cerca de ella. No se había cortado ni un triangulito de epidermis. Lo que pasó a separarse de su cuerpo fueron largos mechones de pelo castaños. Se los había cortado con inspiración surrealista, por lo que en algunos lados creo que había capas, en otros colas y por un flanco un hueco enorme como para verle mejor el cuero cabelludo. La despertamos y de verdad sentada se veía distinto que echada, era en definitiva una metáfora cubista lo que hizo con su pelo. El Mosca se cagó de risa y la que le tiró la patada esta vez fue Julie Galleta, la Nana por su parte le tiró un peluche, de esos pesados.
Mientras bajábamos nos contó que después de bañarse y llorarse el cuerpo, se vio en el espejo y de la pena quiso ser otra:
Otra mujer, un corazón distinto, un amor como imaginaba
el reflejo del espejo era la fuerza de su pena
esa imagen debía borrarse de afuera hacia adentro y conseguir
otro cuerpo, otra Nana, otro sentimiento, otro amor, la felicidad escondida.

Con la tijera hizo el cambio y aquel cabello que era largo y muy bonito pasó a recuerdo en fotos. Igual que su sonrisa y el amor por el chico que la tenía tan enamorada.

Salimos en dirección a una peluquería, con nombre de emperador, para que le arreglen la cochinada de cráneo que se había hecho. Les tomó como una hora y media. Rato que los tres aprovechamos en leer Cosas y Vanidades. Según la sección de fotos sociales, la temporada de verano estaba inaugurada con una fiesta en un balneario limeño, el Mosca se robó una foto donde aparecía una modelo muy guapa en tanga floreada. Julie se perdió por ahí y cuando la encontramos estaba conversando con un estilista dándose consejos de belleza. La Nana al salir tenía el pelo chico, por encima del cuello, y además se lo había teñido a negro. El color de moda ese año.

Fuimos a comer helados, ahora con Aviador y Mazeta y entre todos esa tarde congeniamos bien, cómo nunca y a pesar de que la Nana tenía otro semblante por ratos le agarraba la depre y se quedaba callada. Al despedirnos nos confesó resignada que con algo de tiempo se recuperaría. Alegría grupal.

Lo que no imaginó es que a partir de ese día empezó su maldición.

Pasaron un par de meses y ya el negro se le había ido por el castaño regular, pero el pelo no parecía crecerle muy rápido. Cuando llegó el siguiente invierno, con las justas tenía el pelo por encima del hombro. La navidad llegó con un nuevo novio y el pelo no había crecido ni un centímetro más abajo del hombro. Se lo tiñó de medio rojizo ese verano pero el tamaño seguía igual. Y la Nana ya empezaba a desesperarse porque había pasado más de un año y su pelo nada. El Mosca dijo que quizá era un caso de armonía cuántica: su cabeza crecía proporcionalmente a su pelo por eso es que nunca veíamos mayor cambio. Por alguna ecuación capilar siempre padecería la misma proporción de pelo. La Nana no lo tomó tan matemáticamente. Renegaba y la vi llorar por el recuerdo de su pelo, siempre pensé en consolarla con el hecho de que el Mosca guardó varios mechones de ese día pero supuse que no se lo tomaría como halago. De ahí pasó lo de su frustración académica y se largo a Kazajistán con el pelo corto.

Pasaron cinco años de no verla y cuando volvió, su pelo estaba igual y han pasado dos años de su llegada al Jorge Chavez con un cambio total de anatomía pero su pelo no ha seguido la corriente y sigue del mismo uso y tamaño. De repente el Mosca acierta en algo, pero ya la Nana está resignada, eso sí odia a cualquier mujer u hombre de pelo largo. El pelo no le ha crecido desde ese sábado por la mañana, siendo todo un enigma médico. Y ahora la Nana tiene plata y con tantos tratamientos que ha llevado siguen sin hallar cura o largo a su maldición.

Ahora qué tiene que ver esto con Marta Sánchez y Slash. Bueno esa mañana cuando llegó el Mosca a la casa de la Nana nos pusimos a ver tele un rato, en un canal musical sale un video de Marta Sánchez y el Mosca me dice a que no sabes quién toca con ella en ese video. Me soltó que Slash. No le creí y aposté contra él y unos veinte segundos después perdí. Ese día vi al héroe pelucón de mi niñez con la chica yé yé; y luego la Nana despidió su pelo largo hasta hoy. Una mañana paradójica.

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