28/10/08

Matemáticas de Cacao

Es la esquina de una avenida con semáforo a las 8 de la noche. Un paradero a la derecha y a la izquierda la berma central con árboles recios que apenas verdean. Es oscuro para notarlo, pero se siente la nula naturaleza a mitad de tanta civilización. De mandil rojo para jalar la atención como la luz que le permite este instante detenido. Un brazo levantado, el otro sobre su canguro. Es mujer. La chocolatera se pasea entre esa marea automotriz; derramando, patibulando, pateando y hasta enfuñando el olor del cacao procesado con leche. Oscuro, frágil y con logotipos.


Placer para degustar en la noche temprana.

Si se comiera chocolate más seguido las tristezas se teñirían como los dientes.
Labios de color chocolate.
Pelo color chocolate.

Uñas color chocolate.

¿Alguien dirá nalgas de color chocolate?

Ofrece a una moneda un chocolate con maní y a una moneda con 20 céntimos la barra triangular esta vez sin maní pero segmentado en pedazos cortos de pirámides estiradas.
Ella sabe lo que hace. Ella lo tiene que hacer.

Lluvia de cacao: un color de gotas oscuras, como lodo dulzón, que se puede inspirar hasta las venas para sentirse parte vegetal, parte animal.

La cuestión de números es la siguiente dice la chocolatera:
21 céntimos por el sublime chocolate de maní. 34 céntimos por el triangulo pirámide. Es la ganancia. Saca los números.
10 primeros son 2 nuevos soles y diez céntimos (menos de un dólar)
10 segundos son 3 nuevos soles con cuarenta céntimos (pasando el dólar y centavos)
Mirada atenta, ¿y cuánto está su taxi?
8 soles.
¿Y el sandwich mounstros que vienes comiendo desde Barranco?
8 soles

16 es casi igual a 80 chocolates.


Ves porque casi nunca puedo comerme un rico mounstruos. O ir sentada en el asiento trasero mirando la gente pasar en las esquinas.
Entiendo.
Es tan común pensar que sí.
Que tal vez un día el viento traiga mejor las cosas, se flotará, se respirará mejor; pero de esa forma no sucederá.
Se gana tan poco por algo tan dulce.
¿y cuánta gente come en las noches chocolates?
cien o sesenta o cuarenta...
¿me pides una estadística? ¿mediana, media o promedio?
Está por ahí.
¿Y cómo cambiarán las cosas?
Ni idea, prueba este chocolate es rico, quizá te ayude a imaginarlo.


No te preocupes, yo haría lo mismo que tú. Sentado, pudiendo comprar y pagar.
Pero tú, ¿harías como yo?
No sé.
No, no creo.

El chocolate viene de un producto vegetal caro.
Por eso lo venden masivamente siempre con leche, así sale más barato.
O incluso saborizado y teñido con polvo de cacao.
En la envoltura siempre dice, sólo que pasa inadvertido.
No conozco chocolate puro de una marca peruana.
Tal vez no los hacen así acá. Sólo lo he comido en una marca italiana,
Julie Galleta me invitó. En la envoltura decía 100% peruvian cacao.
No es dulce, es de un sabor fuerte. Costaba 6 euros.

6 euros son 25 soles.
25 son 125 chocolates de los primeros.

Así es. Pero contra todo, qué pasa. La chocolatera sonríe, está feliz y grita a viva voz llamando a los chocolateros que pueden andar ocultos por ahí. Pasando por esa avenida, sin imaginar, que tal vez lo que necesitan para saborear la noche es un suave chocolate. La chocolatera trabaja con dulzura. Debe estar en su mirada o su poca vida, ella está en el colegio. Su otra amiga le dice que le pase la tarea cuando lleguen más a tarde a casa. ¿dónde será? Es seguro que lejos de esa avenida tan moderna, con cafés y algunos fast food por la acera.

La ternura de trabajar a estas horas, con un probable dolor de hombros por llevar la maleta de chocolates, pero igual sonriendo con la idea de la tarea escolar de mañana. No amilanarse significa seguir con la misma actitud a pesar de la indiferencia de desconocidos. Hay una mirada que la barre de pies al mandil rojo. Qué sabrá esa tía soberbia de comer un chocolate, seguro vive estreñida. Risas. ¡Cómo vas continuando! El trabajo sigue dulce pues cargo el sabor a quien lo necesite y barato. No es ganar por calidad, sino por cantidad. Y la alegría viene a montones con la inocencia.


Es cierto, algunos vendedores ambulantes se llenaron de mucho más dinero
del que puedes imaginar, dinero en efectivo que capitalizaban, o ahorraban.
Muchos de ellos progresaron, otros no.
Pero no importa cuál haya sido el éxito de su economía en la calle pública.
Trabajaron mucho, mucho y a merced del azar. Ese fue el merito y la salvedad de su labor.


Si no estuvieras aquí chocolatera,
dónde estaría el sabor.
un placer que se siente tan bien.
Dame dos de cada uno. Gracias, sigue bien y feliz.

Gracias joven. Vuelva cuando quiera, aquí estaremos -terminó de decir la chocolatera-

1 comentario:

naco dijo...

hmmmmmmm que rico Pav!!!

Me provocó comerme un chocolatín justo ahora...

(te acepto todo de chocolate menos las nalgas... no me quites el apetito pues)

Saludines