10/9/08

Cruzando por el universo tienes la velocidad de la luz


INVENCIBLE
MaZeta Zinger, es fisicoculturista por casi diez años y además costurero sastre. De ahí el nombre que le dimos, siempre con Z porque es un robot grande y justiciero. Empezó lo primero porque era flaco y pálido llevado por el viento. Siguió el camino de la auto-superación con bastante ahínco, consiguiendo en unos años los grandes músculos que quiso. Lo segundo fue una consecuencia de lo primero, cuando se dio cuenta de que era difícil encontrar ropa para cuerpos de hombros anchos y cintura pequeña, quiso aprender a hacerse la suya. Llevo cursos en institutos, y fiel a su carácter de ponerle el mayor empeño, adquirió un gran manejo del oficio. La primera compra de su nueva vida, recuerdo que fue una máquina de coser Singer. Buscamos por muchas tiendas en Gamarra, donde le ofrecían otras marcas a precios de ocasión, pero nada movió a Mazeta del afán de tener su Singer; las otras marcas eran nada. Poco antes de llegar el atardecer con los choros, encontramos una tienda donde un vendedor nos reconfirmó que por lo poco que teníamos sólo hallaríamos de segunda mano. Mazeta, no perdió la esperanza, y quizá este optimismo fue lo que animó al vendedor a hacerle una propuesta. En la distribuidora general en Villa el Salvador, había una máquina Singer como la que buscaba Mazeta, sólo le faltaba una pieza al motor eléctrico; si él quería se la dejaban al precio de lista, y con eso le alcanzaba además para comprar la pieza faltante en Paruro. Mazeta ni lo dudo y así nos metimos en viaje de combi hasta VES. Llegamos y encontramos la máquina. La revisó con detenimiento y luego de asentir la cabeza con mucha alegría, pagó. Compró lo que faltaba al día siguiente, y en la noche en su cuarto por los altos de Quilca empezó a escucharse el avance de la aguja cosiendo. Un sonido infaltable desde entonces.

Así empezó el enamoramiento con la Singer y su profesión. Su negocio se llama Invisible Zeta, pues otra de sus grandes pasiones son los héroes y la fantasía. Recuerdan el cuento de los sastres que vistieron al emperador con un traje lujosísimo pero invisible a los ojos de ignorantes, pero en realidad estaba calato; bueno Mazeta tiene el don de dar esas enseñanzas a la gente. Si alguna vez se ha visto en Lima personas vestidas como personajes de Tolkien, Harry Potter, Star Wars o Star Trek (le hizo un uniforme de la Federación a la Nana cuando volvió de Kazajistán), es probable que Mazeta haya estado involucrado en esas prendas. Lo curioso es que lo hace casi gratis, le encanta según él, pues así el mundo se hace más amable con la fantasía. Para pagarse la vida trabaja haciendo ropa regular, ternos de burócrata y vestidos de quinceañero, además de sus famosos zurcidos invisibles (no les miento cuando digo que aprendió la técnica de un maestro chino de la calle Capón, y de verdad cose cualquier hueco en cualquier parte de la prenda). Tampoco necesita mucho, sigue viviendo en los altos de Quilca, no es de grandes lujos, no chupa ni fuma, come poca carne, camina o anda en bici mayormente y salvo el gimnasio y los libros de fantasía no tiene mayores gastos.
Su afición por la justicia, también ha dado noticia. Salió una vez en el periódico pues dos choros estaban robándole a una chica frente a él, y Mazeta los redujo con sus golpes de karate. Evidente, Mazeta sabe Karate y Judo y lo aprendió de los libritos que venden por su casa. Pero igual sin prensa, es común que espante choros, comercializadores de droga y uno que otro borracho por la zona. Las abuelitas y los comerciantes lo aprecian por eso, y lo hace con total entrega a pesar de que su novia le dice que se cuide. Según Mazeta, es a prueba de balas. Y nosotros le creemos. Hace poco fuimos en grupo a ver una película de superhéroes, salió pensativo; le gustó la película pero sintió que el mundo y el destino que se marcaba eran muy macabros. Nosotros le dijimos que era cierto pero que con gente con la fuerza y el optimismo de hacer sus sueños realidad el mundo se equilibraba. MaZeta rió y dijo ¡qué bueno!, ya encontró otra razón para seguir vistiendo a la gente como las historias de fantasía.

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