El Doctor Curro Elpalmo, importante intelectual peruano proscrito de la vida pública desde hace décadas por su carácter irascible y ermitaño, me ha cedido gentilmente una carta que encontré hace unos días en su despacho del Jr. Camana. Carta que remitiera meses atrás a las oficinas de Caretas a raíz de las opiniones de Augusto Elmore sobre la desubicada mariconería que vive el cine contemporáneo. Aquí la carta:
Estimado sr(ta/ra) practicante o periodista encargado de leer esta cuenta:
Te saludo y te comunico que otra vez tus jefes enfadaron a mucha gente con algo que publicaron. Los culpables ya han sido identificados: Augusto Elmore y el editor que supuestamente lee lo que el primer aludido escribe (o será también este caso un error de la secretaria de Elmore que se coludió con la secretaria del editor, y ambas mandaron o aprobaron accidentalmente una broma interna del Sr. Elmore, quién sabe, es fácil culpar a una mujer cuando un hombre la embarra)
Te saludo y te comunico que otra vez tus jefes enfadaron a mucha gente con algo que publicaron. Los culpables ya han sido identificados: Augusto Elmore y el editor que supuestamente lee lo que el primer aludido escribe (o será también este caso un error de la secretaria de Elmore que se coludió con la secretaria del editor, y ambas mandaron o aprobaron accidentalmente una broma interna del Sr. Elmore, quién sabe, es fácil culpar a una mujer cuando un hombre la embarra)
Claro está que el Sr. Elmore conocedor de los riesgos a los que se enfrenta un periodista corajudo, advierte en la primera línea de su comentario que esto que escribe no es apto para abiertos de mente, o de cualquier otra área de su anatomía. Pide comprensión de antemano porque tal vez, en un remoto e hipotético caso, esas líneas se encuentren con los ojos desorbitados de algún lector hipersensible ante estas cosas que se cocinan, se hierven y se pasan por agua.
Como sea, el Sr. Elmore no es tonto. Será viejo o contratará secretarias distraídas, pero el hecho de que se haya desempeñado como consultor cultural del agregado cultural en España, indica para mí y esto es una mera suposición, que es un hombre que sabe qué decir y qué callar ante la gente adecuada. Diplomacia le llaman, pero como repito es una mera suposición.
Entonces, ¿Qué significó todo esto? yo creo que el Sr. Elmore tuvo un arranque de honestidad brutal y repitió lo que suele decir en sus amenas reuniones con amigos y familiares allá en la Madre Patria. Debe de tener adhesión para creer que tuvo una buena observación del mundo actual, por lo que deduzco que frecuenta a la reducida mayoría que piensa que los medios celebran demasiado a los gays del mundo y los ponen como modelos de valores. Si pues los maricones joderán el Perú o España, mucho antes del Juicio Final y eso no estaría bien.
Pero, ¿por qué se mete con las películas, o le encoleriza la sexualidad de un pescador peruano, trabajador y humilde como muchos? Imagino, y esto es sólo un ensayo de psicología ingenua, que el Sr. Elmore de niño iba muy seguido a las matinés de western de un cine cerca de casa, y esos héroes de pistolas y espuelas no sólo le marcaron la infancia, sino la estética y hasta exagerando, su prototipo de masculinidad. Por eso que cuando supo de aquel dueto gay de Ang Lee, en lugar del esqueleto de John Wayne, lo que entró en abierta convulsión fueron las fantasías inocentes que de niño albergó. Esa podría ser la más grande afrenta que este mundo postmoderno y carente de valores haya podido hacerle a un niño amante de los cowboys. Gran trauma sin duda, pero digamos que para los demás, gente individualista y egoísta como somos, pues qué nos interesan tales traumas si no lo conocemos.
Quizá, y esta es otra hipótesis más desconfiada, el Sr. Elmore estaba aburrido en medio del verano boreal y quiso mover las cosas al otro lado del charco: causar polémica, ser odiado, recordado, anotado, que aumente el número de apariciones de su nombre en el ranking de Google, que su sección de Caretas origine alguna marcha por la reafirmación de derechos, que aumente en algo la circulación de esta revista, ¡yo que sé!
Y a esto entro con Caretas, medio masivo, cuarto poder, defensor de la verdad, guardián del estado de derecho, pistolero contra los malos totalitarios. Seguramente pedirán disculpas o le darán una reprimenda al Sr. Elmore, total nadie quiere ser visto como odia maricones, aunque en el fondo, pues… A lo que iba, yo creo que la única forma de entenderse con un medio masivo, cuarto poder, defensor y etc. es con su bolsillo. Si pues, ese lugar duele como trasero luego de cabalgar sin montura, y el compromiso con lo que publican es directamente proporcional al número de ejemplares vendidos cada semana. Es así que de manera unipersonal, sin esperar adhesiones como las dadas al Sr. Elmore, inició mi campaña: “En vez de un Caretas, me compro una entrada al cine o dos al cinematógrafo o tres dvds en polvos azules” Creo que daría un mejor fin a mi escaso dinero.
Sin más, cruzando los dedos para que por lo menos tengan que leer algunas centenas de e-mails gracias a las amenas ocurrencias del Sr. Elmore. Me despido.
Doctor Curro Elpalmo
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