24/9/08

Taxi Occidente

Una caja amarilla lleva dos personas en la madrugada: chofer y copiloto. Las luces pasan debajo del puente, hay poco apuro.

Ninguna tolerancia a Lima con día. Once años en este horario porque no soporta la bulla y el tráfico. Fue casi a las 11 de la mañana la última vez que manejó con sol, a esa hora en punto el metacarpo se le paralizó con el timón doblando. Quiso frenar pero los pies se le cruzaron y el que pensó derecho en realidad fue el izquierdo. Y viceversa. Entonces, aceleró, pisó un palomo y el arbolito que quedaba frente a un poste de luz. Al estrellarse una abuelita tuvo un soponcio del susto.

¿Cómo será ahora con el tráfico, la verdad he escuchado de que las calles las cierran pero eso de estar atorado ya no lo imagino? me dice Pepo, mientras avanzamos por el zanjón a las 3 de la madrugada. El ahora taxea lechucero.

Le quisieron quitar el brevete pero tras serias indagaciones del psiquiatra se concluyó que sufrió un ataque de stress traficomautico. Se le exoneró la multa y la retención pero fue condenado a plantar muchos arbolitos frente a postes de luz y alimentar a las crías del palomo hasta que pudieran cazar por sí mismas. Las crías solían cagarle desde el aire las camisas domingueras, por eso dejó de ir a misa.

A esa hora es fresco, la libertad es como oscuridad para la noche. Julie Galleta suele decir que a esas horas la pista está despejada para pararte en medio y no ir a ningún lado. Pepo acelera por el zanjón, lleva una chalina celeste para el mal de ojo y con una seña apunta a la pinta sobre un puente que pide hierba para el mundo.

En Lima no puede haber silencio, pero dentro de las luces públicas de todas las calles y los edificios, se escucha el eco vacío que implica que una gran millonada de gente está durmiendo en esas horas. Algunos roncan, así que el vacío lleva burbujas.

Unas sirenas de ambulancia se escuchan pasar por alguna calle elevada que nos cruza. Le pregunto a Pepo, si cree esta hipótesis, que en la noche dónde hay tráfico y caos es en las mentes; y si se imagina una hora punta de sueños, quizá por eso muchos no los recuerdan. El sólo encoge los hombros. Me dice que escuchó que soñamos como siete veces en la noche. 7 no es un número mágico, pero sirve para apostar a la Tinka.

¿Qué es lo peor?
Un borracho que vomita. Ningún choro se compara al olor que deja el alcohol vomitado, me dice. Ellos son lo peor, por eso yo no llevo a borrachos. Cuando vomitan dejan el olor y así lo laves se siente bien fuerte y te malogra el negocio. Por respeto al pasajero ya no sigues, te esperas a que se ventile.
Eso es lo único jodido, la gente que se divierte y luego te apesta todo.
¿Y los choros?
Bueno, por eso nunca recojo muchos patas, además tienes que mirar bien a la persona, te sale una intuición por las noches. (Instinto Lechucero)
¿Y si te falla?
¿Qué hacer? Perdí.

La noche sigue de lejos vacía, la mayoría duerme y baja un poco de garúa del cielo, él hasta ahora no pierde pero porsiacaso toca la madera de un martillo que lleva en la guantera.

5 comentarios:

Esteban Ramon dijo...

En las noches hay que tener suerte no captar choros, borrachos y nocturnas. El pecado siempre esta latente

laespantada dijo...

Un dia subi a un taxi donde habian vomitado, el taxista me dijo...baje la ventana no mas señorita...
Baje la ventana pero hacia tanto frio que preferi aguantarme el olor.Despues de un varias avenidas dejo de ser insorportable.

pao dijo...

laespantada como hiciste!!!!! yo hubiera lanzado un pato ahi nomas jajajaja

muy bueno el blog voy a seguir pasando me encanta como escribis

besotes

naco dijo...

un dia subi a un taxi y senti como si hubieran esparcido pimienta me loquee y grite: ¡bajaaaaaa! que roche... es q soy media "noica".

naco dijo...

oye espantada bien valiente tu ah, yo hubiera vomitado ... puaj!